El rector de la UCA: "Francisco espera un ambiente menos polarizado para venir" al país
El prelado argentino hizo estas y otras apreciaciones en una entrevista concedida a José M. Vidal, del portal Religión Digital, en el marco de una visita a España para presentar la edición 2018 de Evangelio y Vida, con reflexiones diarias a su cargo, editada por Claretiana.
-El Papa acaba de proclamar "magisterio auténtico" la interpretación de la Amoris laetitia, hecha por los obispos de la región de Buenos Aires. ¿Un espaldarazo a sus tesis y a las de los obispos bonaerenses? ¿El final de las 'dubia'?
-En realidad, lo que hicimos los obispos de la Región Buenos Aires (más de 20 obispos para una población de más de 12 millones) fue expresar con otras palabras y resumir lo que ya dice el capítulo VIII de Amoris laetitia. Pero fue un modo de mostrar que acogíamos cordialmente el magisterio de Francisco. Con su respuesta, e incorporándola a las Acta Apostolicae Sedis, el Papa encontró un camino para que dejen de decir que hay "ambigüedad" en este tema.
-¿La crisis de la Amoris laetitia se ha terminado?
-Pienso que la cosa está ahora más apaciguada. Aunque hay sectores muy irritados. Creo que sigue siendo comprensible que existan esos sectores, que se resisten a cambio alguno. Algo que, por otra parte, ocurrió en toda la historia de la Iglesia. Sin embargo, creo que la cosa está un poco mejor, también porque quienes defendían con fuerza Amoris laetitia han argumentado un poco más. Tampoco se trata de defender un documento porque sí, porque es del Papa. En todo caso, si uno lo defiende tiene que mostrar las razones y los argumentos que le mueven, desde la razón también, a comprenderlo y aceptarlo.
-¿Sobre quién o quiénes recae la responsabilidad de la tragedia del ARA San Juan?
-Después que habían hablado de una sola llamada desde el submarino ahora se descubrió que en realidad fueron muchas. La información real por algún lado se filtra y no es posible engañar a todos. Pero es muy difícil opinar cuando uno descubre cómo se administra la información. El gobierno comenzó haciendo una defensa fuerte de la Armada. También defendió excesivamente a las fuerzas de seguridad en los casos de la muerte de Santiago Maldonado y del mapuche de 22 años, que recibió una bala por la espalda. Afirmaron que en caso de duda siempre hay que dar la razón a las fuerzas de seguridad. ¿De dónde salió semejante principio? Si bien los grandes medios han blindado al gobierno, creo que hay que reconocer que en estos temas llegó la hora de reconocer errores y de diseñar otra estrategia hacia adelante.
-Dos nuevos obispos "villeros" ¿Un nuevo signo orientador de Francisco?
-Hace tiempo que los curas villeros dicen: "Lo que falta ahora es que Francisco designe algún obispo villero". Se cumplió. Y no se trata sólo de dos personas que declaman una opción sin practicarla, sino de dos sacerdotes que optaron por confundir sus vidas con los más pobres, sin distancias y sin privilegios. Nadie podría objetarles incoherencia o mera ideología.
-¿Cómo detener la "grieta", como ustedes la llaman, en la Argentina?
-La dificultad de la grieta es que, azuzada por los medios, ha provocado un tremendo empobrecimiento del debate público. Muchos temen dar una opinión sobre los grandes temas por temor a ser inmediatamente ridiculizados y denostados públicamente. Los motes de "populista" o de "liberal", según el caso, hartan. La única salida que veo por ahora, y a largo plazo, es procurar instalar otros temas que permitan salir de la lógica oficialismo-oposición.
-¿Qué sensaciones se le despertaron en su paso por Madrid?
-Hacía 30 años que no estaba en Madrid. Lo poco que pude ver me permitió recordar la belleza característica de la ciudad. Por otro lado, me impresionó reconocer las semejanzas que tenemos a pesar de estar a miles de kilómetros de distancia. Saludando a la gente después de la conferencia, me pareció estar saludando a los fieles que tenía en mi parroquia del interior de Argentina. Sensaciones parecidas tuve con los sacerdotes o periodistas, por ejemplo.
-¿Adviento y Navidad plenos de esperanza, a pesar de los pesares?
-En mi caso, que soy una persona dramática, siempre al borde de la angustia por los problemas que me rodean, la esperanza es una necesidad cotidiana, un recurso para poder sobrevivir. Por eso el Adviento y la Navidad me traen paz. Reconocer que no me salvo a mí mismo ni a los demás, que necesito y necesitamos también hoy un Redentor, me permite desdramatizar un poco y orientar mis energías de modo más positivo.
-¿Su libro 'Palabra y Vida 2018' de comentarios al Evangelio diario está escrito con el corazón? ¿Se pueden decir cosas nuevas sobre pasajes del Evangelio tan conocidos?
-Sí. Se pueden decir, no sólo porque la Palabra es inagotable, sino porque en realidad uno está muy interpelado por la vida, que cambia tanto.
Con los años que tengo, que no son tantos, me he abrumado recordando cómo han cambiado las cosas desde que era niño. Y me doy cuenta de que he tenido desafíos muy diferentes a lo largo de la vida. Por ejemplo, cosas que me preguntaba, que me angustiaban, que me inquietaban hace treinta años, hoy las vivo pacíficamente. Y cosas que por aquella época para mí no significaban nada, hoy son centrales.
La palabra de Dios está siempre ahí para responder a todas esas inquietudes, de una manera diferente en cada época. Y cuando esa palabra viva, siempre actual, entra en contacto con una situación nueva y distinta, produce algo nuevo, diferente. Si este comentario, lo hubiese escrito años atrás, sería muy distinto, seguramente, y lo mismo ocurriría dentro de unos años. Porque la Palabra es fecunda. Es como el agua, que cae en todo el mundo, pero produce cosas diversas, porque se produce una simbiosis diferente.
-El Papa ha convocado recientemente la primera Jornada Mundial de los Pobres. ¿Cómo cree que podríamos concretar más esta jornada, sobre todo en la realidad española?
-Creo que es importante, primero de todo, crear una mística de la jornada. Porque uno podría hacer 365 jornadas, una por día del año, sobre temas diferentes, y nadie se acordaría. Sería abrumador. De hecho ya ocurre así. Seguramente, aquí en España, las fiestas patrias son días no laborables, y ese día la gente se distrae, pasea, y quién se acuerda de lo que se celebra ese día.
Por eso me parece que lo más importante no son las acciones, sino crear una mística, que significa revivir el sentido social que todos tenemos. Porque hemos sido creados para convivir, hemos sido puestos sobre esta tierra para darle una mano al que está al lado, para caminar juntos. Y esto se nos olvida a veces por el ritmo de la vida, por las angustias y por los desafíos. Por eso, es bueno que haya una jornada que nos ayude a todos a recordar que hemos sido creado seres sociales. Para luchar con el otro, para trabajar con el otro, para llorar con el otro.
Lo más importante es que, entre todos, logremos crear ese espíritu de la Jornada de los Pobres. Y luego, usar para ello una creatividad muy concreta, en orden a encontrar acciones que nos permitan llegar a los pobres ordinariamente de manera más efectiva. Porque, evidentemente, el que pasa hambre todos los días del año no va a esperar esta jornada para que le demos una mano.
-¿No teme que la jornada, como otras iniciativas del papa Francisco, sea tomada como una moda, que forma parte de este pontificado, y que ya vendrá el siguiente con otros puntos de interés y otros planteamientos?
-Me da la impresión de que no. Al menos en la Argentina y otros lugares que he frecuentado más, he notado que algunas de las insistencias del papa Francisco están ya asumidas como parte de la vida de la Iglesia, aunque haya personas y grupos que le critiquen o que no le acepten tanto. Hay algunas insistencias que el pueblo en general, incluso los no católicos, las han asumido como un espíritu, como una mística, que mencioné antes. Por ejemplo, creo que la insistencia del Papa en evitar una Iglesia demasiado señorial, demasiado preocupada por su seguridad económica, hace difícil que se vuelva a eso. Me parece que el mismo pueblo de Dios no aceptará en el futuro que un obispo quiera que le besen un anillo de diamantes. Son cosas que la misma historia ha ido dejando de lado, pero que el acento del papa Francisco ha borrado definitivamente.
Por eso, creo que, cuando él dice que el tiempo es superior al espacio, expresa que no interesa tanto dominar espacios, sino iniciar procesos, motivarlos, despertarlos. Porque esos procesos, después de que estemos muertos, van a seguir dando vueltas por el mundo. Como un río que corre, que aunque no lo veamos está ahí, produciendo efectos nuevos. Él está convencido de que no se trata de que él logre, en su pontificado, instalar cosas con una fuerza enorme, sino comenzar esos procesos, que irán fructificando quién sabe cómo.
-¿Cómo lleva que le presenten con la etiqueta del "teólogo del Papa"? ¿Para bien, para mal o para regular?
-Las cosas que dice el Papa en sus documentos y sus homilías son las que él ha cultivado desde su juventud, cuando yo ni siquiera había nacido. Cosas que han recibido influencias de lo más variadas.
El Papa es una persona de palabra simple, de lenguaje llano, de gestos más que de elucubraciones. Pero hay gente que se engaña, suponiendo que no es una persona que no posee un pensamiento muy hondo. Lo tiene desde joven, y quienes han sido sus alumnos recuerdan no solo la profundidad, sino la erudición de sus clases. A él no le gusta mostrar esa erudición, porque piensa y dice que la realidad es superior a la idea. A veces, nos entretenemos en las elucubraciones y las argumentaciones y se nos escapa la realidad.
De todos modos, hay que saber escucharlo y saber leerlo, para reconocer, detrás de su sencillez, la hondura humana y teológica del planteo de Francisco.
-¿A qué se deben las resistencias que está encontrando, sobre todo entre algunos cardenales y en la alta jerarquía católica?
-Resistencias tiene de distintos tipos. Hay resistencias que tienen que ver con cuestiones doctrinales, teológicas, internas a la Iglesia. En toda la historia de la Iglesia ha habido confrontaciones teológicas. Habría que recordar la controversia de auxiliis, donde dominicos y jesuitas se excomulgaban mutuamente, y el Papa lo que hizo fue decir lo siguiente: hay que seguir estudiando el tema, pero les ordeno que dejen de excomulgarse mutuamente. Así se cerró aquella vieja controversia hasta hoy.
En algunos concilios, hemos llegado a los puños entre obispos. En la historia de la Iglesia hemos tenido discusiones teológicas muy fuertes y, por lo tanto, no debería llamar la atención que a unos sectores minoritarios en la Iglesia, que tienen una determinada convicción, les moleste que el Papa esté desarrollando otra línea de pensamiento teológico.
Por otro lado, hay una confrontación con el Papa desde el punto de vista de los temas sociales. Por ejemplo toda la insistencia de Laudato si en cuestiones ambientales ha caído mal a algunos sectores de pensamiento más neoliberal, para quienes la actividad económica no debe tener ningún límite. Hay sectores, de Estados Unidos particularmente, de determinada línea política, que han reaccionado mal frente a Laudato si, porque hay detrás una determinada ideología.
Pero aún dentro de la Iglesia, algunos eclesiásticos dicen: 'Este es un populista, que cree que hay repartir y no se da cuenta de que hay que pensar en una economía que permita el crecimiento económico, una mayor producción, etc'. Aquí también hay un engaño, porque para al papa Francisco lo que interesa es el trabajo, no repartir. Es que haya trabajo. Porque, para él, el trabajo modula al ser humano, lo madura y le permite desarrollar sus capacidades. Con el trabajo siente, de algún modo, su propia dignidad, porque puede estar construyendo su vida con su propio esfuerzo y desarrollando los dones que recibió de Dios.
Él no está pidiendo que se reparta y que se reparta. Por supuesto, hay que socorrer las urgencias, pero lo que él pide es que la economía se desarrolle de tal manera que haya trabajo para todos, que todos puedan trabajar y ganarse el pan. Ésa es su mayor insistencia. Y eso no es populismo, eso es amor profundo a cada ser humano, que tiene un valor infinito y que tiene el derecho a poder ganarse el pan con su propio esfuerzo.
-¿Las críticas le duelen y le hacen perder el sueño?
-No, para nada. Tiene una libertad interior enorme. Creo que viene también de su formación espiritual. Hay que reconocer que, en este tema, los religiosos viejos han tenido una buena formación espiritual, que les ayuda a recordar que Dios es el único absoluto. Que lo demás pasa, y que hay que relativizar lo que puedan decir de uno. En esto, él tiene una libertad que hace que no le hagan mella las críticas, aunque sean terribles, tan terribles como tacharle de hereje o de cismático. Críticas de las peores que se puedan decir de un papa. Y si embargo, él tiene una gran confianza en Dios, siente que está respondiendo a un llamado de Dios. Por eso, da lo mejor de sí sin perder el sueño por lo que digan.
-¿Y cuál es el papel que sueña el Papa para la vida religiosa, ahora que estaba hablando usted de la formación de los religiosos?
-Él siempre ha insistido en una vida religiosa que tenga una adecuada combinación de profundidad mística y de experiencia espiritual con un compromiso social intenso, con una vida pobre, testimonial, con estar cerca de los últimos. Pero las dos cosas íntimamente combinadas. Nunca le gustaron las polarizaciones: o solo mística y blanquear los ojos sin importar los que sufren, o solo un compromiso social vacío de contenido. Esa combinación de las dos cosas es lo que sueña para la vida religiosa. Y si vamos al caso, eso es lo que le atrae al mundo. Eso es lo que testimonia.
¿Por qué la madre Teresa ha producido tal impacto con su vida? Porque une las dos cosas. Incluso la veneran fuera del cristianismo. ¿Por qué Gandhi tuvo tanta influencia? Porque unió una profundidad sapiencial espiritual y religiosa al tipo de vida y a la entrega social que tuvo. Martin Luther King ¿por qué? Porque también unió íntimamente las dos cosas. Esos son los que producen impacto. La vida religiosa, que se tiene que mover por el testimonio, tiene que tener ese estilo. Es lo que el Papa espera de la vida religiosa.
-¿Llegará el esperado viaje a la Argentina?
-Ojalá, pero en eso él es muy libre también y no se deja presionar. Él espera que en la Argentina haya un ambiente menos polarizado. Si les digo la verdad, hoy en día, uno no puede decir nada. Cualquier cosa que digas allá te la interpretan (no solo los medios, también los profesionales, la sociedad misma) como que es a favor de tal o cual político o en contra. Y no puedes hablar ni de medioambiente, ni de espiritualidad ni de lo que se te ocurra, sin que te lo interpreten políticamente. Francisco mira lejos y sabe lo que hace, aunque no se le comprenda en este momento. Doy un ejemplo personal: una vez, me habían propuesto ir a Colombia para presidir el Instituto teológico que hay allí, y Bergoglio me dijo: "Ni se te ocurra". Yo tenía ganas de aceptar, pero me dejé guiar por su opinión. Y con el tiempo entendí. Esto es muy personal, pero también puedo decirlo de otras muchas cosas que le he escuchado decir sobre cuestiones sociales, sobre la Iglesia, que en su momento no he entendido, y sin embargo he visto, con el paso de los años, que realmente eran la respuesta. Es como que él está varios años delante de nosotros.
-¿El Episcopado de la Argentina ha virado hacia Francisco con las últimas elecciones?
-Yo creo que la mayoría del episcopado argentino nunca estuvo contra él. Lo que sí se puede decir es lo que dice la gente: no se notaba tanto que le siguieran. Porque, claro, las reacciones, a veces son lentas. Es verdad que seguir a este Papa no es fácil, tenemos también nuestras estructuras, nuestras comodidades, nuestras ideas arraigadas y, a veces, no es fácil deshacer estas estructuras y asumir el estilo audaz que él está proponiendo en la Iglesia. Por eso, yo no creo que sea maldad ni mala intención. Pero también me parece que los nuevos directivos de la Conferencia Episcopal Argentina son gente realmente muy cercana a su pensamiento y con ganas de provocar un cambio mayor.
-¿Cómo se ve desde argentina la crisis catalana, todo lo que está sucediendo con el 'procés'?
-Desde lejos, vemos con dolor ese tipo de movimientos. En Italia, en su momento, se había fortalecido la posibilidad de crear la Padania, un país al norte de Italia. Cuando ves de lejos a los italianos, te parecen todos italianos. Es cierto que los del sur tienen sus características, los del norte otras..., pero cuando uno los ve discutir, comer, actuar, dice: son todos italianos. Y de algún modo uno tiene desde afuera la apreciación de la belleza de un país y el dolor de su posible desgarramiento. Desde lejos se ve mal, se ve con dolor. Yo no me imaginaría Italia sin un pedazo.
Lo mismo pasa ahora con Cataluña. Para nosotros, los catalanes son españoles. Es verdad que tienen una hermosa lengua y sus características propias, pero, desde fuera, nos cuesta pensar que no son españoles. Los sentimos como parte de España y no nos imaginamos el mapa de España sin esa parte. Puedo comprender las razones de los catalanes; no me quiero meter en la política española. Simplemente expreso cómo se ve desde lejos. No es más que un punto de vista entre tantos otros.
-¿En el viaje a Chile y a Perú espera que el Papa tenga algunas palabras para la Argentina?
-Posiblemente. En realidad, ya nos mandó varios mensajes. Incluso decidió filmar un saludo para los argentinos tiempo atrás, donde dijo varias cosas muy interesantes sobre la cultura del encuentro. No deja de mandar mensajes de una manera o de otra, siempre.
-Toda la Iglesia se está preparando para el sínodo de los jóvenes. ¿Qué espera, realmente, el Papa de este nuevo sínodo?
-El Papa ha querido plantear el sínodo orientado a una pastoral juvenil, pero también vocacional. Por eso, el nombre del Sínodo habla de 'proyecto de vida'. No quiere simplemente que nos reunamos a hablar de los defectos que tienen los jóvenes de hoy. Sería terrible. Más bien, lo que quiere el Papa es ver cómo renovamos la presentación de nuestro mensaje, cómo encontramos caminos nuevos para llegar a esta juventud, que es distinta y es nueva. Y también cómo podemos proponerles la vida como un proyecto a construir. No solo el consumir y el pasarlo bien, sino entender la vida como un camino que hay que recorrer para cumplir una misión en esta tierra.+
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