No temas...
“Qué bueno escuchar de parte del Ángel Gabriel, también para nosotros hoy, esta hermosa palabra: ¡No temas!”, comenzó el prelado su reflexión. “Cuando miramos con profundidad nuestra vida es posible que encontremos muchas cosas que nos dan miedo, temor, incertidumbre, zozobra, desesperanza. Lo que le pasa a María, también nos pasa a nosotros”, aseguró y explicó: “El futuro es incierto en muchos aspectos y puede generarnos temor y miedo. Es importante ver a qué cosas le tengo miedo. A veces son situaciones superficiales, otras veces son situaciones más estructurales y profundas”. En ese marco, monseñor Mestre invitó a cuestionarse a qué cosas le teme uno, qué le genera miedo, cómo ve el futuro y qué implica para cada uno que hoy Dios a través de su ángel te diga: “¡No temas!”.
¿Cómo puede ser?
“María se pregunta y nos enseña a preguntarnos a nosotros mismos: ¿cómo?”, continuó el obispo. “Nunca está mal preguntarse y preguntar si se lo realiza con actitud de respeto, serenidad y sentido de fe en Dios”, señaló y continuó: “Son muchas las situaciones de vida que llevan a preguntarnos cómo, por qué, para qué. A veces tiene que ver con nosotros, con nuestro propio corazón. Otras veces son preguntas referidas a las personas que amamos, familiares y amigos”.
“En otros casos, las preguntas apuntan a los grandes interrogantes por las situaciones de la humanidad en este y en todos los tiempos: la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, la paz y la guerra, la unión y la división, la alegría y la tristeza. No debemos tener miedo a preguntarnos y preguntarle a Dios todo lo que afecte nuestro corazón y nuestra vida”, animó.
No hay nada imposible para Dios
Para monseñor Mestre, “esta última frase toca un aspecto esencial de nuestra fe: la grandeza y el poder absoluto de nuestro Dios”. “Para Él: nada es imposible. Es momento de preguntarnos si realmente creemos que Dios tiene el poder”, puntualizó el prelado. “A pesar de que el mal es fuerte en muchas de sus manifestaciones, el poder de Dios siempre es más grande y vence al mal. Por eso debemos redescubrir que no somos nosotros, con nuestras pobres fuerzas humanas los que vencemos, sino que es Dios con su poder el que vence en nosotros porque para Él nada es imposible. Donde todo parece perdido, donde todo parece terminarse Dios irrumpe y cambia de raíz aquello que parecía no tener solución. Todo nuestro poder radica en el poder de Dios”, aseveró.
“Como a María, el poder de Dios nos hace fecundos, el Espíritu Santo desciende sobre nosotros y el poder del Altísimo nos cubre con su sombra. Entendamos de corazón que no hay nada imposible para Dios”, concluyó.+
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