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Nuestro tiempo caracterizado por el consumismo tiende al individualismo y por lo tanto es subjetivista. Hay una fuerte tendencia en los cristianos influidos por la época a ir acomodando la fe al propio parecer, a los propios criterios y afectos, advirtió en su columna semanal.
El prelado aseguró que el pesebre ayuda a convertirse y permite comprender que no se necesita mucho para ser amigo de Dios, y agregó: Ante el pesebre descubrimos la pequeñez, la necesidad de la humildad, la grandeza y la esperanza.
La Navidad es un tiempo apropiado para volver a la Casa del Padre sabiendo que el camino que Él nos propone es el que nos permitirá ser realmente felices. Es importante señalar que solamente podremos volver a Dios revisando nuestra vida y cambiándola a través de actos concretos en las realidades que nos tocan transitar, concluyó.+
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