En la noche continuó el arzobispo- velando en medio de su pobreza recibieron la novedad que puede cambiar sus vidas y no se quedaron quietos: creyeron, salieron y encontraron. Salir de su lugar, los hizo encontrar a Jesús, a María, a José y llenarse de alegría. Su fe descubrió en signos cotidianos y pobres la presencia de un Dios que salva en ese Niño, centro de todo anuncio, centro de las miradas y centro del corazón de sus padres.
En Navidad Jesús, que también es nuestro centro, nos ayuda a mirar las cosas desde la periferia, o mejor: a descentrarnos, aseguró. Esto, nos mueve al camino de la alegría y la felicidad que es fruto del don de sí mismo hacia los otros, nos invita a la confianza, a creer en la bondad de la inmensa mayoría de la gente y en la misericordia del Padre, agregó y explicó: Estas actitudes afirmarán siempre y mejor nuestra personalidad cristiana y nos hará mensajeros de buenas noticias como los pastores de Belén.
Finalmente, alentó a tener los ojos fijos en Jesús, para que la estrella de Belén ilumine el camino de muchos que buscan con sinceridad de corazón y puedan sentir la alegría de un encuentro.+
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