Mons. Aguer desaprobó la murmuración, la hipocresía y la mentira

Mons. Aguer desaprobó la murmuración, la hipocresía y la mentira

La Plata (Buenos Aires) (AICA): El arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, reflexionó sobre el mal uso de la lengua que suele derivar en murmuración, hipocresía y mentira, conductas que desaprobó. Lo hizo en su columna editorial en el programa Claves para un Mundo Mejor que se emitió el sábado 2 de diciembre por el canal 9.
El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, reflexionó sobre el mal uso de la lengua que suele derivar en murmuración, hipocresía y mentira, conductas que desaprobó. Lo hizo en su columna editorial en el programa Claves para un Mundo Mejor que se emitió el sábado 2 de diciembre por el canal 9

El prelado señaló que esta cuestión, que resumió como "el uso de la lengua", ya aparece en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, es retomado por los Padres de la Iglesia y se trata en la catequesis eclesial.

“En los salmos -especificó- hay expresiones muy fuertes al respecto: donde se dice que la lengua es como una espada afilada, como un dardo ardiente capaz de incendiar y hasta de matar". Y agregó: "Todos tenemos experiencia en este sentido, o porque nos lo han hecho (hemos sido víctimas de la lengua) o porque lo hemos hecho nosotros, hemos sido victimarios, más desgraciadamente”.

“Esta cuestión del uso de la lengua -prosiguió diciendo monseñor Aguer- tiene que ver con lo siguiente: existe en muchos sectores y en muchas personas la costumbre, el hábito, de hablar a las espaldas de los demás. No se habla de frente. No existe el coraje, la sinceridad de hablar de frente. ¿Cómo se llama eso? Hay una tradición teológica que se refleja en los tratados teológicos y se llama hipocresía. La hipocresía es simulación, es mentir, en el fondo, y se agrava cuando se aúna con la adulación. Por ejemplo: a usted alguien lo elogia y le dice que todo está fantástico y por detrás dice pestes. Es tremenda esa deslealtad, y se da en todas las categorías de personas”.

"Años atrás -manifestó el arzobispo platense- se atribuía a las mujeres el vicio de la murmuración, yo quiero reivindicarlas porque no son las mujeres las principales murmuradoras. Hay murmuradores también entre los clérigos. Es penoso que yo diga esto. Pienso si yo alguna vez habré incurrido en ese defecto, quizás sí, pese a que me cuido mucho de no hacerlo, tal vez porque yo mismo lo he sufrido y pilas de veces. Y aun siendo obispo lo he sufrido.”

La reflexión de monseñor Aguer continuó en estos términos: “Acá se juega una cuestión que se da también en el seno de la familia, en el barrio, en la vecindad, en las instituciones, que tiene que ver con la convivencia social. La falta de franqueza, de coraje, para ir a la persona que hizo una macana o que me hizo una macana y decirle simplemente: “vos estás confundido, vos te equivocaste”. O a la persona que tiene prejuicios respecto de uno y decirle fraternalmente: “vos no me conocés bien, la cosa no es así, dijiste tal cosa y eso no es verdad”.

“Hoy con el uso de las redes la cuestión de la murmuración se hace incontrolable, porque antes, cuando eran dos señoras que se juntaban para criticar a la vecina, resultaba algo inocente y hasta no sé si habría que confesarse. Decíamos cuando éramos jóvenes: “no pasa de pecado venial”. Pero el uso de las redes precipita verdaderos dramas y eso tiene que ver con la hipocresía, con la adulación, con la deslealtad, con la falta de franqueza, con la murmuración, con el uso dañino de la lengua”.

Monseñor Aguer recomendó leer la Carta del Apóstol Santiago en la que se puede ver "la severidad con que se refiere al uso malicioso de la lengua, y observar que es un problema que se verificaba en las primeras comunidades cristianas, en los tiempos apostólicos, porque se trata de una falla profundamente humana. Pero eso no significa que no sea un pecado, y puede ser un pecado gravísimo. La calumnia, por ejemplo, es un pecado gravísimo”.

El arzobispo de La Plata concluyó su reflexión recomendando tener cuidado y pensar "que la mentira viaja por el espacio cibernético y puede hacerse universal. Esto ocurre no sólo en el país, sino en todo el mundo. Hay que cuidarse muy bien de esto. Detrás está el problema educativo. Cómo hacemos, no digo para controlar, limitar, sino para educar, para ayudar a los niños, a los adolescentes, que usan con tanta facilidad estos medios asombrosos; ayudarles a que una inspiración ética sea la que guíe el uso de estos instrumentos. Si las cosas no están claras en la cabeza y en el corazón por más medios que usemos, los defectos y los vicios persistirán”.+

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