“Nuestro país no es uno de los destinos principales para la gran cantidad de refugiados, sobre todo por la distancia geográfica y la actual coyuntura económica y social que afecta también a muchos de los habitantes de esta Nación”, explicó el sacerdote al referirse a las cifras de desplazamientos forzados que se producen en torno al Mediterráneo.
“Aún así, muchos llegan hasta nuestro país, por tantos canales y destinos. La Argentina representa más de la mitad de las llegadas de poblaciones migrantes de toda América del Sur, superando a países como Brasil y Chile”, precisó.
En los últimos años, la Argentina incrementó las llegadas de chinos, dominicanos, haitianos, senegaleses y ucranianos y, según cifras oficiales de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en el 2017 el 4,8% de la población era extranjera, lo que convierte a este país en la nación sudamericana con mayor población inmigrante, con 2.086.302; seguido por Venezuela, con 1.404.448; Brasil, 713.568 y Chile, 469.436.
“La llamada de la comunidad internacional y, en particular del papa Francisco, ha llegado a la voluntad y a las conciencias de muchos de nuestros habitantes y organizaciones”, destacó, e indicó: “Desde la comisión trabajamos junto con las diferentes parroquias y delegaciones, además de colaborar con organismos internacionales, estatales, y organizaciones de la sociedad para promover y garantizar la dignidad y los derechos humanos de las personas en situación de movilidad humana”.
Para alcanzar este objetivo, el religioso indicó que la Comisión realiza acciones de sensibilización, asesoramiento y acompañamiento religioso, cultural, legal, educativo y social.
“Por ejemplo llevamos tres años trabajando en el Programa Siria, que ha asesorado, acompañado y gestionado la venida de varios ciudadanos sirios, juntamente con otras congregaciones como las Esclavas de Sagrado Corazón”, puntualizó.
Al referirse a los 20 puntos de acción, elaborados por el papa Francisco a través del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral en vistas del Pacto Mundial sobre Migraciones de la ONU, el padre Lauria detalló: “En nuestro caso, hemos considerado que para nuestra Región en lo que se refiere a acogida se debe evitar la expulsión colectiva o arbitraria y velar por ellos durante el viaje valorizando la seguridad de cada persona”.
“En lo referente a protección se debe trabajar para que los países de origen se comprometan a ofrecer información fiable antes de la salida. Además se debe garantizar el acceso a la educación de los menores y el acceso a la seguridad social a todos independientemente de su condición jurídica. A esto hay que añadir la promoción de la integración, como un proceso bidireccional que reconoce y valora las riquezas de ambas culturas. Esto puede lograrse reconociendo la ciudadanía al nacer (jus soli); financiando proyectos de intercambio intercultural; apoyando programas de integración en las comunidades locales, etc.”, concluyó.+
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