Mons. Conejero llamó a proclamar el don y el valor de la vida
“Obviamente, que ella tuvo la dicha y el privilegio de una gracia especialísima, ser inmaculada de toda mancha, desde siempre y para siempre; nosotros, en cambio hemos conocido el pecado, pero la misericordia del Señor, como ella misma lo canta y proclama, se extiende de generación en generación sobre aquellos que le temen, y hemos sido perdonados”, recordó.
En su columna mensual en el periódico diocesano Peregrinamos, el prelado sostuvo que inspirados el lema pastoral de este año, formulamos una súplica a María: “Ayúdanos a permanecer en el amor de Jesucristo para dar Vida a los demás”.
“Sólo Tú Señor, que eres la fuente de toda santidad y de vida, puedes dar y comunicar a los hombres estos dones y gracias. Nosotros solamente podemos colaborar con Dios, aceptando que nos santifique y sirvamos en la verdad y en el amor a nuestros hermanos. Vida y santidad, éstas son las dos realidades, los dos grandes clamores que, con mayor fuerza, resuenan hoy en nuestro corazón”, agregó.
El obispo sostuvo que “toda vida vale”, por lo que los formoseños proclaman, defienden y apuestan “por el don y el valor de la vida humana ante la amenaza de leyes de muerte”.
“Dios, en quien creemos y esperamos, es el único Señor y el dueño de la vida que con tanto amor generoso nos concede; es por esto, que la recibimos como viene. Y además, tenemos conciencia de que la vida humana se nos da en abundancia, por medio de Jesucristo, y estamos llamados a vivirla en plenitud, es decir, en santidad, a imagen y semejanza suya”, explicó.
“El origen de este designio de la vocación humana es el Padre, su Hijo, Jesucristo, el Camino y el Modelo, y el Espíritu Santo es quien realiza en nosotros esta tarea con sus dones. En la persona de María de Nazaret se muestra con toda claridad este proceso, conforme a la voluntad divina”, subrayó.
Monseñor Conejero Gallego concluyó exclamando: “¡Salve, María, vida, dulzura y esperanza nuestra!”.+
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