El momento de acción de gracias fue presidido por el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, en la iglesia del monasterio Santa Catalina de Siena, fundada 40 años más tarde que la ciudad, en 1613, por Leonor de Tejeda, siendo el monasterio más antiguo del país.
Asistieron al tedeum autoridades municipales, entre ellos, el intendente de la ciudad, Ramón Javier Mestre y su esposa, Melisa Gauchat; el viceintendente, Felipe Lábaque; y el ministro Juan Carlos Massei. Participaron, también, miembros del Comipaz (Comité Interreligioso por la Paz), reconocido por monseñor Ñáñez como una “entidad que expresa y propone una convivencia respetuosa, cordial y fecunda en iniciativas en bien de todos, por parte de las distintas tradiciones religiosas y de sus adherentes”.
Como momento propio de la liturgia del tedeum, se realizó la acción de gracias por los dones recibidos en la ciudad. Luego, el intendente Ramón Mestre leyó la oración de San Francisco de Asís y el acto concluyó con una ofrenda floral en la plaza del fundador frente a la iglesia de las Catalinas.
La “Casa Común”
En la homilía, monseñor Ñáñez subrayó la importancia del cuidado de la “Casa común” en referencia a la encíclica del papa Francisco, Laudato si'. “Esa dedicación y diligencia deben manifestarse entre otras cosas en el ‘cuidado de la casa común’… Un cuidado que implica tener una ciudad bien ordenada, limpia, con los servicios necesarios adecuadamente prestados y en donde todos los habitantes, autoridades y ciudadanos en general procuran ser respetuosos y observantes de las leyes y normas que organizan y regulan la convivencia civil”, expresó el arzobispo.
En este sentido, destacó como inevitable que “en ese uso y cuidado de la Casa Común surjan dificultades y conflictos entre los habitantes de una ciudad. La reciente enseñanza de la Iglesia, a través de la palabra del papa Francisco nos invita a no ignorar los problemas, ‘a no mirar para otro lado’, ‘a no pasar de largo’ junto a ellos evitando reconocerlos y solucionarlos”.
Y agregó: “Al mismo tiempo, nos invita también a no ‘sumergirnos’ en ellos a tal punto de quedar atrapados en los mismos, sin capacidad de encontrar caminos de salida; al contrario, nos propone abocarnos a su tratamiento y solución de manera que el logro conseguido, quizás con mucho esfuerzo, constituya un paso para iniciar un nuevo proceso”.
Dialogar
Monseñor Ñáñez también recordó a las autoridades presentes y a toda la ciudadanía, la importancia del diálogo como herramienta indispensable para el tratamiento honesto y búsqueda de soluciones a los problemas.
“La existencia inevitable de los conflictos en la vida de las personas y de las instituciones debe animar a un diálogo constante, laborioso y sin presiones de ningún tipo por parte de todos los afectados. A través del diálogo es como se encuentran las soluciones y, como enseñaba san Juan Pablo II, ésa es la manera más conforme a la dignidad de toda persona”, aseguró.
A su vez, enfatizó: “Dialogar de veras supone ante todo escuchar con atención y hablar en el momento oportuno, con la convicción de que puedo aprender algo de los demás y que puedo aportar algo que contribuya a encontrar puntos de entendimiento, de acuerdo y de solución”.
“A ese esfuerzo de diálogo, respetuoso, sin presiones ni chantajes, debemos sentirnos comprometidos los habitantes de esta ciudad, autoridades y ciudadanos, para construir juntos una Córdoba que sea verdaderamente nuestra ‘Casa Común’ en la que realmente valga la pena vivir”, concluyó. (Rosana Trinfetti)
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