El card. Poli convocó a un sínodo en la arquidiócesis de Buenos Aires
El purpurado anunció la convocatoria en una carta, en la que agradeció el tiempo de Adviento como un momento que “alimenta en nosotros el deseo de encontrarnos con el Señor que viene a nuestras vidas”, y aseguró que el sínodo es “sin dudas, fruto del Año de la Misericordia”.
“Ese tiempo de gracia nos ha dejado un legado que no podemos ignorar ni dilatar: ‘La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona; hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno’. Encuentro en estas palabras la razón de ser y el objetivo último del sínodo, al que aspiramos con la gracia del Espíritu Santo”, sostuvo.
“La mejor imagen que identifica al Sínodo es la Iglesia en actitud de escucha a sus hijos. Para lograrlo nos dedicaremos tiempos y espacios de diálogo, de comunión y de oración, de modo que los bautizados podamos escucharnos y entendernos, y animados por un mismo sentimiento de caridad, todos, pastores y pueblo fiel, a su vez, podamos escuchar lo que el Espíritu dice a nuestra Iglesia de Buenos Aires”, añadió.
Para el purpurado porteño, este sínodo “nos permitirá sintonizar con el espíritu de servicio misericordioso que nos enseñó Jesús y será también una oportunidad para reavivar el entusiasmo apostólico, que contagie en nuestras comunidades el deseo de un renovado testimonio de nuestra fe, capaz de anunciarlo a quienes no lo conocen. Una iglesia sinodal está mejor preparada para evangelizar nuestra ciudad”.
El cardenal Poli mencionó, sin embargo, la necesidad de “la participación personal y comunitaria, el encuentro, la recepción y la buena acogida del hermano que llega, el espíritu fraterno, la cercanía a todos los bautizados, el diálogo y respeto por las ideas del otro, la capacidad de escucha, una sostenida espiritualidad de comunión, la alegría en el servicio, los deseos de aprender de los demás, la paciencia y perseverancia en las pruebas, el exponer con caridad y verdad lo que pensamos, el salir al encuentro de los que no creen, una constante sensibilidad para los enfermos y los pobres, el dar lugar para que participen los niños y los jóvenes (la Iglesia del mañana)”, virtudes y actitudes que deben estar presentes “para que el sínodo nos ayude a todos a crecer en un amor incondicional a la Iglesia”.
“El sínodo es sinónimo de Iglesia, y también se lo puede imaginar como una nave que despliega sus velas, para que los vientos del Espíritu divino nos empujen a donde Él quiera. El sínodo nace y vive de la Eucaristía, y eso nos asegura la presencia misteriosa del Señor durante el camino sinodal. Para que todo ocurra según la voluntad de Aquel que nos incorporó a su Iglesia, tomamos de cada Eucaristía lo que necesitamos para seguir caminando”, subrayó.
El purpurado porteño deseó que el Sínodo porteño nos permita cumplir con el deseo del papa Francisco para con toda la Iglesia: "Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo”. “Cuando en el 2020 nuestra arquidiócesis cumpla los 400 años de vida, es mi deseo –confiando en la ayuda de Dios–, que la celebración nos encuentre unidos y trabajando en ese propósito”, concluyó.+
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