Mons. Conejero: “Jesucristo vino a romper las cadenas que esclavizan e impiden la unidad y la paz”

Mons. Conejero: “Jesucristo vino a romper las cadenas que esclavizan e impiden la unidad y la paz”

Formosa (AICA): “Muchas son las cadenas y ataduras que aún nos atan, muchas; y Jesucristo vino a romper y a liberarnos de todas ellas; de la incredulidad e infidelidad, de la desconfianza y el desaliento, de la indiferencia hacia al sufrimiento de los pobres, de la ambición y del apego a los bienes de este mundo”, advirtió el obispo de Formosa, monseñor José Vicente Conejero Gallego, en su editorial en el periódico diocesano Peregrinamos. “La Iglesia pide y suplica siempre al Señor que nos libre de todos estos males, del pecado y todo aquello que nos perturba o pueda apartarnos de Él y del amor a los hermanos. Rompa el Señor las cadenas de todo aquello que nos esclaviza e impide vivir con alegría, unidad y paz”, subrayó.
El obispo de Formosa, monseñor José Vicente Conejero Gallego, aseguró que si se quiere, como nos exhorta el Papa Francisco, cooperar eficazmente en la construcción de la cultura de la misericordia serán necesarias “la oración asidua, la dócil apertura a la acción del Espíritu Santo, la familiaridad con la vida de los santos y la cercanía concreta a los pobres”.

“Nosotros hemos resumido en dos binomios los dones y tareas del Año de la Misericordia que debemos prolongar e intensificar, tanto en nuestra vida personal, como comunitaria: el perdón y la alegría, la unidad y la paz”, recordó sobre las propósitos diocesanos.

El prelado indicó que la comunidad se prepara para “vivir y celebrar, con esperanza y gozo, la triple venida de Jesús, nuestro único Salvador y Redentor: su venida en la carne, su gloriosa triunfante, que esperamos, y la que ahora podemos realizar en lo más íntimo de nuestro corazón.

“Quisiéramos recordar el ‘por qué y para qué’ fue enviado y vino Jesús a nuestro mundo, asumiendo la grandeza y pequeñez de nuestra naturaleza humana”, agregó, y precisó: “La motivación más importante y última de todas: El Amor de Dios hacia los hombres”.

“De muchas maneras quedan expresadas en las Sagradas Escrituras la finalidad de la venida de Jesús a nosotros: para salvar lo que estaba perdido, para unir a los hijos dispersos, para liberarnos de la esclavitud del pecado y de la muerte, para darnos Vida eterna”, indicó.

Monseñor Conejero Gallego advirtió que “muchas son las cadenas y ataduras que aún nos atan, muchas; y Jesucristo vino a romper y a liberarnos de todas ellas; de la incredulidad e infidelidad, de la desconfianza y el desaliento, de la indiferencia hacia al sufrimiento de los pobres, de la ambición y del apego a los bienes de este mundo”.

“La Iglesia pide y suplica siempre al Señor que nos libre de todos estos males, del pecado y todo aquello que nos perturba o pueda apartarnos de Él y del amor a los hermanos. Rompa el Señor las cadenas de todo aquello que nos esclaviza e impide vivir con alegría, unidad y paz”, concluyó.+

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