“Es importante reconocer que el Evangelio de Jesucristo nos lleva a tener alma de pobres, de humildes, de necesitados, de carentes, pero el mensaje no se reduce a una cuestión social; es una actitud interior que a veces la presupone pero que la supera ampliamente”, comentó el obispo.
“Así en todas las cosas que Él nos va diciendo: los afligidos, los pacientes, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los que tienen el corazón puro, los que trabajan por la paz, los que son perseguidos, insultados. En algún momento se repite y se da en cada uno de nosotros: la traición de un amigo, la incomprensión de los otros, la persecución por la envidia de otros; estas cosas suceden”, señaló.
“Cuando uno es humilde dice la verdad; cuando uno es humilde se abre a Dios, se abre a los demás, se abre a la Iglesia; pero cuando uno se cierra es porque es egoísta o porque no puede, o no quiere, o porque no es humilde. La humildad reconoce que Dios está presente en nosotros. Repasemos estas bienaventuranzas y tratemos de encarnarlas en cada uno de nosotros. Yo les aseguro que seremos más libres, seremos más veraces, tendremos más libertad y seremos más justos”, concluyó monseñor Frassia.+
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