“El presbítero Manavella llega para auxiliar nuestro ministerio”, aseguró el obispo en la homilía. El prelado explicó que el anterior párroco, presbítero Armando Rubén Vera, había solicitado el traslado a otra comunidad de la diócesis tres años atrás, pedido que debió ser retrasado “al ser tan pocos sacerdotes diocesanos”. Informado por monseñor Bitar, el obispo de Villa María, monseñor Samuel Jofré, aseguró “generosamente” que si algún sacerdote de su diócesis estaba dispuesto a trasladarse, él lo permitiría.
“El resultado de ese camino- que resumo brevemente- es la llegada de presbítero Ariel Manavella a Oberá para ejercer su ministerio en esta parroquia y en la diócesis. ¡Damos gracias a la Iglesia hermana de Villa María, a su obispo Samuel Jofré y al presbítero Manvella!”, agradeció monseñor Bitar.
“Sin duda que todo traslado cuesta, tiene su cuota de dolor para el sacerdote y la comunidad”, afirmó el prelado. “Pero es bueno que ‘duela’, es señal que se ha amado, que se ha servido, que se ha procurado entregar la vida”, expresó y señaló que los traslados “renuevan”, tanto al sacerdote como a la comunidad.
Por otra parte, “los traslados nos enseñan que todos estamos de paso, que somos peregrinos, que no somos imprescindibles, que no somos dueños sino arrendatarios de la Viña del Señor”, aseveró y destacó que “cada uno es como es, con los dones y carismas que ha recibido y con las limitaciones humanas de quienes tenemos un tesoro -el don del ministerio apostólico- depositado en recipientes de barro”
Despedida al presbítero Armando Rubén Vera
El obispo despidió al presbítero Armando Rubén Vera, anterior párroco de la catedral, y destacó cuatro aspectos de sus años de ministerio.
En primer lugar, recordó que “le tocó ser párroco de una parroquia que se convirtió en catedral, es decir la sede del obispo y el corazón de la diócesis, algo muy bello y desafiante”, y señaló que “a los nueve meses de asumir el primer obispo de esta sede episcopal, monseñor Víctor Arenhard, fue el primero en recibir la impactante noticia de su muerte repentina y la del presbítero Hugo Staciuk, por lo que acompañó el proceso de sede vacante hasta la llegada del segundo obispo”.
Segundo, destacó que durante su ministerio “la catedral siempre estuvo abierta, de lunes a lunes con la celebración diaria de la Eucaristía, fuente y culmen de la vida de la Iglesia”.
En tercer lugar, puntualizó que el presbítero Vera “acompañó el nacimiento de la capilla de adoración perpetua de la Eucaristía en la que desde hace más de tres años se adora al Señor ininterrumpidamente, las 24 horas, todos los días.
Finalmente, en cuarto lugar, “quisiera destacar las horas y horas que en estos 14 años el presbítero Armando pasó dentro del confesionario ofreciendo el don del perdón en el sacramento de la Reconciliación… lo más grande que un sacerdote puede dar junto a la Eucaristía”, afirmó y exclamó: “¡Ese ha sido el verdadero lugar de sanación y de salvación!”.
“El padre Ariel inicia su ministerio con 42 años de edad recién cumplidos y 15 años de sacerdocio”, detalló y añadió: “Ponemos tu ministerio en el corazón de Jesús y de María, por intercesión de San Antonio y, junto con todos los sacerdotes, diáconos, religiosas y laicos de la diócesis, soñemos unidos al Papa Francisco con una Iglesia que sea ‘casa de todos, casa paterna y materna, donde todos tengan lugar con lo que cada uno traiga sobre sus hombros’”.
“Ariel, te comparto un sabio consejo que va pasando de obispo a obispo y de cura a cura: ‘Donde estén tus pies, ahí esté tu corazón’. Porque ‘el mejor lugar del mundo es aquel donde Dios nos ha puesto’”, concluyó.+
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