Mons. Martorell: “El cristiano ha de amar tanto al amigo como al enemigo sin excepción”

Mons. Martorell: “El cristiano ha de amar tanto al amigo como al enemigo sin excepción”

Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): En la homilía correspondiente al séptimo domingo durante el año, monseñor Marcelo Raúl Martorell, obispo de Puerto Iguazú, centró su reflexión en el pasaje “No odies en tu corazón a tu hermano, ni te vengarás de él”. Al respecto, señaló que la caridad y el amor son “el cauce de todos los preceptos evangélicos y de la relación misma del hombre con Dios y con los hermanos”.
El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, reflexionó esta semana sobre el Nuevo Testamento, “donde Jesús rompe las barreras dando al precepto del amor dimensiones universales”, mediante la propuesta de “amar a los enemigos y orar por los que los persiguen”.

“El odio pone un abismo con el amor, motivo de la vida humana y de la vida misma del Redentor”, explicó el prelado, y señaló que “Jesús al perfeccionar la Ley lo hace de un modo especial con la ‘caridad – amor’ que serán el cauce de todos los preceptos evangélicos y de la relación misma del hombre con Dios y con los hermanos”.

Monseñor Martorell destacó que “todos los preceptos y mandamientos se reducen al ‘amor’ y al final de la vida seremos interrogados en el amor. Jesús es claro: el cristiano ha de amar tanto al amigo como al enemigo sin excepción, no se admiten interpretaciones arbitrarias”.

“El amor para Cristo es la fuente donde nos nutrimos, es el camino con el que tenemos que caminar y es el término de nuestro andar cristiano”, y aclaró que amigos y enemigos están “en un mismo nivel” porque ambos son hijos de un mismo Dios y Padre. “Por eso todos los hombres somos hermanos y por lo tanto prójimos”, detalló.

El prelado explicó que odiar “por amor a Dios” es un grave error en la concepción de la fe en Dios Único y Señor, y sostuvo que “nosotros, semejantes a Cristo por el bautismo, debemos reflejar en nuestras vidas el amor de Cristo y de Cristo Crucificado por nuestros pecados”.

“Somos fáciles en el juzgar al hermano y hablar mal de él, con o sin razón. Y esta realidad entrará en el juicio de Dios y hemos de pagar gravemente esta falta de amor, ruptura con el precepto más importante de la Ley del Señor. El mundo tiene como necedad pagar el odio con amor, el mal con bien, las ofensas con perdón, pero San Pablo nos enseña que para seguir a Cristo es preciso hacerse “necio”, ‘porque la sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de Dios’”.

Para finalizar, el prelado insistió en que “imitar a Cristo en el amor nos hace vivir en una dimensión distinta a la de los hombres sin fe y nos lleva a elevar la dignidad humana de hijos de Dios y construir una sociedad distinta a la que vivimos, sin odios, sin rencores, reconciliados entre nosotros”, para sanar nuestra sociedad.+

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