“Sin cambiar la manera de plantear las relaciones, será difícil romper con los círculos de violencia”
“Lamentablemente si realizamos un auténtico examen de conciencia sobre nuestro estilo de vida y manera de obrar, seguramente en la mayoría de los casos nos podemos encontrar muy lejanos a esta enseñanza y aún peor quizás podamos sentirla como algo alejada de la realidad y con escepticismo para ponerla en práctica”, expresó en su reflexión semanal.
El prelado reconoció, sin embargo, que “es cierto que en nuestros ambientes, trabajos, barrios, vecinos, familiares y más aún aquello que percibimos en la vida social y política es todo lo contrario a estas enseñanzas del Señor”.
“‘El ojo por ojo y el diente por diente’, el dañar y vengar a aquel que me genera inseguridad, que capto que no me quiere o me hace daño es la moneda corriente con la que convivimos, es muy difícil romper con los circuitos de violencia, y la falta de diálogo real, si no hay una conversión que implique cambiar la manera de plantear nuestras relaciones, y el convencimiento de que amar es posible e incluso al que aparece como peligroso a mi propia existencia e intereses”, sostuvo.
“Esta violencia que muchas veces nos escandaliza cuando observamos algunos escenarios sociales y políticos, y que también se expresan en estilos de vida que nos presentan novelas, películas y programas de diversión, ocurren también en una escala menor seguramente en nuestras familias, trabajos y pequeñas comunidades cotidianas”, agregó.
Por último, monseñor Martínez afirmó que “el tomar la decisión de amar incluyendo al que no me interesa, me desagrada, o aun al que me daña, nos permite vivir la bienaventuranza que nos dice: ‘Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados Hijos de Dios’”.+
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