Mons. Castagna: “Si preguntáramos quién es Cristo, nos llevaríamos una sorpresa”
“No todos lo compararán con los líderes espirituales de la antigüedad; muchos no sabrán qué responder y otros desfigurarán su verdadera identidad, negando su condición de Hijo de Dios”, lamentó en su sugerencia para la homilía dominical.
El prelado consideró que “es preciso disponer de la humildad de Pedro para ver lo que otros no ven. El apóstol no pretende inventarle una identidad al Maestro; manifiesta, ante la sorpresiva pregunta, lo que el Padre le inspira, alejándose de las sugerencias de la carne: ‘Pedro, tomando la palabra, respondió: Tú eres el Mesías de Dios’. ‘Y ustedes, les preguntó ¿quién dicen que soy? Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Jesús le dijo: Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo’”.
“En domingos anteriores nos hemos referido a Cristo, como auténtica transparencia del Padre y expresión de su conmovedora cercanía. Este pensamiento reclama ocupar el centro de todo ideario filosófico. No obstante, pensadores destacados por su capacidad deductiva e intuitiva, no saben otorgarle la referencia necesaria que le corresponde. Entre ellos están quienes lo niegan apriorísticamente y los que viven - negando su enseñanza - sin modificar su compromiso moral”, advirtió.
Texto de la sugerencia
2.- Quién dicen nuestros contemporáneos que es Cristo. Aquel desafío, provocado por Jesús, en su versión actualizada, podría arrojar idénticos o peores resultados. Si preguntáramos a nuestros contemporáneos, incluso a quienes se declaran cristianos, quién es Cristo, nos llevaríamos más de una sorpresa. No todos lo compararán con los líderes espirituales de la antigüedad; muchos no sabrán qué responder y otros desfigurarán su verdadera identidad, negando su condición de Hijo de Dios. Es preciso disponer de la humildad de Pedro para ver lo que otros no ven. El Apóstol no pretende inventarle una identidad al Maestro; manifiesta, ante la sorpresiva pregunta, lo que el Padre le inspira, alejándose de las sugerencias de la carne: "Pedro, tomando la palabra, respondió: 'Tú eres el Mesías de Dios'". (Lucas 9, 20) "Y ustedes, les preguntó ¿quién dicen que soy? Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Jesús le dijo: Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo". (Mateo 16, 15-18) En domingos anteriores nos hemos referido a Cristo, como auténtica transparencia del Padre y expresión de su conmovedora cercanía. Este pensamiento reclama ocupar el centro de todo ideario filosófico. No obstante, pensadores destacados por su capacidad deductiva e intuitiva, no saben otorgarle la referencia necesaria que le corresponde. Entre ellos están quienes lo niegan apriorísticamente y los que viven - negando su enseñanza - sin modificar su compromiso moral.
3.- La virtud es equilibrio. El empeño de Jesús, a que el pueblo comprenda su misión de enviado del Padre, lo conduce a no ahorrar riesgos, los mayores, hasta padecer la cruz y ser tratado como el más vil de los delincuentes. Él es la Verdad que no admite alternativa alguna. Al mismo tiempo, es la fuente inagotable de toda inspiración orientada al bien y a la verdad. El Concilio Vaticano II nos habla de la existencia de las "semillas del Verbo" en toda auténtica aproximación a la Verdad revelada, sustanciada en el Misterio Pascual. Es preciso contemplar la historia a través de los logros de verdad y de bien que afloran en muchos seres humanos. Algunos son inexplicables, ya que aparecen en círculos sociales poco favorables para la práctica de la integridad moral y de la auténtica solidaridad. Pero, no hay interés mediático para difundir esas silenciosas expresiones de honestidad y rectitud. ¡Cuánto espacio televisivo, radiofónico y gráfico se malgasta en la exposición del crimen y de la corrupción! El pueblo necesita disponer de reservas adecuadas para conocer sin contaminarse, informarse sin descender a los aspectos pornográficos del relato periodístico y poseer criterios sanos, para no caer en juicios inspirados en el odio y en la venganza. La virtud es equilibrio, evita que el torrente ensordecedor del mal salga de madre y provoque trágicos enfrentamientos.
4.- Dios ofrece la verdad y la gracia por mediación de los humildes. Volvemos al principio de nuestro comentario. El mundo actual necesita el testimonio de Pedro que, desoyendo el informe de sus condiscípulos, dejó que hablara el Espíritu de Dios por su boca. No creo que los otros Apóstoles hayan captado lo que Pedro dijo entonces. Diferenciándose de los demás, Pedro identificó a Jesús como "el Mesías de Dios". San Juan Bautista, tan inspirado como Pedro, señaló al mismo Señor como "el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo". Dios expresa su presencia y cercanía, haciendo sentir su inspiración a través de personas escogidas para ello. Nadie, desde su solitaria autoridad, podrá atribuirse toda la verdad. Los Profetas y los Apóstoles no inventan lo que transmiten. La Palabra de Dios es de Dios y, para ser sus transmisores, se necesita la absoluta fidelidad de quienes la han acogido incondicional y humildemente. San Pablo, interpretando la enseñanza del mismo Jesús, atribuye al instrumento pobre de la "predicación" la capacidad para que la Palabra se transmita como gracia de conversión. Sigue Dios eligiendo lo que "los prudentes y sabios del mundo" desechan como inútil, para confundir a los que creen saberlo y poderlo todo. Así será siempre.+
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