El cardenal Poli destacó la confianza en Dios de Mama Antula para ser misionera y peregrina
“Aquí estamos, Mama Antula, para hacer fiesta por la beatificación y nos hemos congregado en la iglesia catedral, que aquella conoció, porque este templo ya existía. Estamos contentos de celebrarla aquí y con toda la calidez de nuestro corazón”, exclamó.
“Ella sería misionera y peregrina. Y para que nada la detuviera en el camino, confió en la profecía que le decía: ‘No temas, no temas delante de ellos, porque Yo estoy contigo para librarte’. Cuando inicia esa extenuante peregrinación por el interior de las provincias coloniales, tan convencida estaba la santiagueña de la compañía de su Señor, que luego escribirá en una de sus cartas: ‘Si algo debe sostener nuestro corazón, Él lo otorga, Él lo señala, Él lo conserva’”, subrayó.
El purpurado porteño aseguró que “la expulsión de los padres jesuitas desató en el corazón de María Antonia un fuerte deseo de continuar la obra evangelizadora de sus amados sacerdotes. No hizo cálculos mezquinos, ni miró para atrás”.
“Su entusiasmo era contagioso y la claridad de su ideal tan auténtico que algunas jóvenes como ella no dudaron en sumarse a su proyecto evangelizador. Recorrerían los pueblos para divulgar los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola”, agregó.
El cardenal Poli sostuvo que Mama Antula “estaba convencida de que ponerse al servicio de la organización de los ejercicios era el mejor medio para que los hombres y mujeres de su tiempo se encontrasen con el Señor que nos creó, y se reconociesen como miembros de un pueblo que Él apacienta”.
Y señaló: “Sin resistir a la atracción del Espíritu que la empujaba a caminar, esta hija predilecta de la Compañía de Jesús respondió generosamente al crisma profético que ungió su frente en el Bautismo y la Confirmación”.
“Como los profetas errantes del Antiguo Testamento, ella reconoció que el Dios que la guiaba por los soledosos caminos del Virreinato colonial, también le había tocado los labios diciéndole: ‘Yo pongo mis palabras en tu boca’, y sus cartas, sus numerosas cartas, dejaron impresas las palabras buenas y sabias que brotaban de un corazón enamorado del Evangelio de Jesús, del que deseaba fuese conocido hasta el último rincón del territorio”.
El primado argentino afirmó que “si le preguntamos a la beata de los ejercicios cómo han sido los comienzos de su viaje, ella misma lo responde así: ‘Miserable soy, miserable. No lo sé, sin embargo la cosa es así, además si ustedes quieren que les instruya cómo cuidar, estoy toda enamorada de la Providencia sobre mi indigna que soy. Sepan que en penosos viajes en los terruños tan males, en los desiertos, obligada a pasar ríos, arroyos, siempre he caminado a pies desnudos, a pies desnudos, sin que nunca me pase nada adverso’.
“Así acompañada por cuatro miembros de su beaterio y una sobrina emprenden el largo camino hacia el norte. Ella lo dice así: ‘Me dedique a dejar mi retiro y salir, aunque mujer y ruin, pero confiaba en la divina Providencia’. No confía solo en las fuerzas de su natural femenino, sino que Mama Antula, como San Pablo, sabe que Dios nos da la audacia necesaria para anunciar la Buena Nueva en medio de un penoso combate”, añadió.
El cardenal Poli recordó que “las pruebas no tardaron en llegar, porque las primeras tandas de ejercicios que organizó en Tucumán coincidieron con el año en que fue suprimida la Compañía de Jesús de sus queridos padres. No obstante, no se ha puesto límites a su itinerario, y después de caminar hacia donde Dios fuese servido, y mientras le dure la vida, y si me fuera posible andar todo el mundo”.
“No obstante, ella no decide por dónde ir, ni a dónde ir. ‘Jamás doy un paso, dice ella, en este asunto de los ejercicios sin entender primero que el Todopoderoso lo dispone’. Imaginen ahí va Mama Antula en salida como le gusta decir al papa Francisco”, concluyó.+
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