Mons. Aguer: “La violencia muestra nuestra decadencia moral”
“Hoy -comenzó diciendo el arzobispo- quiero hablarles de un tema de máxima actualidad porque aparece en todos los medios. Podríamos titularlo: la violencia”.
“¿Qué es la violencia? Ustedes lo ven al leer las páginas policiales: asaltan a uno, le roban el auto a otro, le quieren quitar el celular a otro, no se lo quitan pero le pegan un tiro y lo matan, después viene el tumulto donde aparecen varios heridos, muertos y demás. Es decir, la violencia se ha convertido en una cosa cotidiana y añadamos a esto lo que antes se llamaba la violencia doméstica y que hoy se llama violencia de género. Vemos además lo que pasa en los boliches con situaciones que se repiten dentro o en las tumultuosas salidas”.
“Parece que viviéramos en una sociedad violenta. Yo tengo mis años y no recuerdo que siendo chico y adolescente se viviera así. Es verdad que el problema de la violencia se da en todo el mundo. Hay países que han sido más violentos que el nuestro y mucho antes que el nuestro han sufrido generalizado ese flagelo, pero esta precipitación de la sociedad Argentina en la violencia es tremenda”.
“Creo que esto tiene que ver con varias situaciones y con factores muy concretos”, expresó monseñor Aguer en respuesta a los interrogantes acerca del origen de esta violencia.
“En primer lugar la destrucción de la familia porque es en la familia donde se educa al respeto, a la amistad, a la vida social, a la vida civil. Vemos la destrucción de la familia y hay muchos chicos huérfanos de padres vivos. La violencia dentro de esas familias constituidas al margen del matrimonio es una plaza habitual en una sociedad donde las “parejas” no se casan y abundan las “ex”.
“Luego está la droga, que es un tema de títulos cotidianos de la Sección Policiales, y hoy no vamos a hablar especialmente de ello porque sabemos que es una trama inextricable; las complicidades son múltiples. La droga que llega a esos pobres chicos que consumen “paco” y que acaban siendo “perejiles” que se pasan años en la cárcel, pero porque mataron a una persona. Y podemos pensar que muchas veces ni tienen conciencia de lo que hicieron.
“Después están las mafias. Cuando la droga penetra en determinados organismos los convierte en mafias con todas las características de esos agrupamientos delictivos. Menciono de paso la visión errónea de la “justicia garantista”.
“Pero existe también una especie de violencia cotidiana, casi normal, que se da en un colectivo, en la calle donde mucha gente va caminando absorta en el telefonito sin observar alrededor, aunque por cualquier motivo las reacciones son exageradas. Noto que, de alguna manera, hay una especie de agresividad en el ambiente”.
“Ante una situación como la que he descrito someramente, hace falta un cierto camino de reeducación. No quiero ser muy solemne y decir una reeducación en el amor; algo más sencillo es sobre todo una reeducación en el respeto al otro, en el respeto de la vida sobre todo de la vida del otro. A mí me pone los pelos de punta leer, todos los días, en los diarios, como se mata para robar cualquier cosa. ¿Es por necesidad? Puede ser que en algún caso se da porque las necesidades son enormes, pero antes también había necesidades y no se robaba y no se mataba de esta manera. Esto quiere decir que hubo una decadencia moral en la sociedad argentina que tiene que ver con esos factores que mencioné.”
Por último el arzobispo platense indicó que todos podemos colaborar en el remedio hablando sin miedo de estas cosas y atreviéndose a señalar las causas. No basta decir con terror: “¡Qué barbaridad, cómo vivimos ahora!”. Vemos que hay barrios que hacen manifestaciones, movilizaciones, para que les ofrezcan más seguridad y eso está bien, pero hay que hablar de las causas de la violencia en la Argentina y de cómo la persistencia de esas causas destruye la trama de una vida social, porque así no se puede vivir en paz. Además, el insolente reinado de la violencia no se suprime simplemente a bastonazos”, concluyó.+
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