Mons. Arancedo: “Es ingenuo pensar que el derrame de los que tienen va a llegar a los que no tienen”
El prelado explicó que la parábola del “hombre rico y el pobre Lázaro” habla de esta realidad “en la imagen de dos personas que han vivido con criterios distintos, a quienes las contempla desde el término de sus vidas. La muerte los une, pero también los diferencia”.
“Uno vivió su riqueza y bienestar en clave egoísta; el otro, el pobre, vivió rodeado de fragilidades y tratando de participar o recibir algo de lo que al rico le sobraba”, diferenció.
“La vida eterna, como término de nuestra vida temporal, se vive como don y compromiso en este mundo. El sentido y contenido de la fe hace de este mundo un tiempo de opciones y responsabilidad. Nos hace vivir con gratitud el don de la existencia y su plenitud, y nos hace protagonistas de este camino. Vamos escribiendo nuestro futuro”, sostuvo.
Monseñor Arancedo consideró que “esto que vale a nivel personal tiene, además, una dimensión social que se refiere al bien común”, y advirtió que “es ingenuo pensar que el derrame de los que tienen va a llegar a los que no tienen”.
“Para plasmar una sociedad más humana, más digna de la persona humana, es necesario, afirma la Doctrina Social de la Iglesia, revalorizar el amor en la vida social –a nivel político, económico y cultural- haciéndola la ‘norma constante y suprema de la acción’. Lo que vale a nivel personal vale también a nivel social. Es importante la presencia del Estado con leyes justas que reconozcan esta dignidad e igualdad de toda persona y se nutran con los valores del evangelio”, concluyó.+
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