Fundadora de este Instituto fue la sierva de Dios Teresa Orsini Doria Pamphili (1788-1829) una italiana de familia noble que ayudada por dos sacerdotes, como recordó Francisco, se dejó guiar por las palabras de Jesús: “Estaba enfermo y me visitasteis” porque “frente a la debilidad de la enfermedad no puede haber distinciones de estatus social, raza, lengua y la cultura: todos nos debilitamos y tenemos que confiarnos a los demás”.
“La Iglesia siente como compromiso y responsabilidad la cercanía a los que sufren, para darles consuelo, ayuda y compañía –recordó el Papa-. Ustedes dedican su vida sobre todo al servicio de los hermanos y hermanas ingresados en los hospitales para que gracias a la presencia y profesionalismo de ustedes, se sientan más sostenidos en la enfermedad. Y para esto no hacen falta discursos largos: una caricia, un beso, estar al lado en silencio, una sonrisa. No se rindan nunca en este servicio pese a las dificultades que pueden surgir. A veces, en nuestros días, una cultura laicista apunta a quitar de los hospitales cualquier referencia religiosa, empezando por la presencia de las monjas. Sin embargo, cuando es así, va acompañado, no pocas veces, de dolorosas carencias de humanidad, realmente discordantes en los lugares de sufrimiento. No se cansen de ser amigas, hermanas y madres de los enfermos y que la oración sea siempre la linfa que alimenta esta misión evangelizadora”.
“Cuando se acerquen a cada enfermo tengan en sus corazones la paz y la alegría que son fruto del Espíritu Santo. En ese lecho del hospital –subrayó el pontífice- yace siempre Jesús, presente en la persona que sufre; es él quien pide la ayuda de ustedes. Es Jesús. A veces uno puede pensar que ‘algunos enfermos molestan’. Pero también nosotros molestamos al Señor y nos soporta y nos acompaña. ¡Que la cercanía a Jesús y a los más débiles sea la fuerza de ustedes! El cuarto voto que las caracteriza como familia religiosa es más actual que nunca, sobre todo porque se multiplican las personas sin familia, sin hogar, sin patria y necesitadas de acogida. Al vivir con coherencia este voto en particular, asumen en ustedes mismas los sentimientos de Cristo, que ‘siendo rico se hizo pobre’. Las acompañe siempre la Santa Madre de Misericordia y las sostenga en el servicio diario a los más débiles. Las bendigo de corazón y les pido por favor que recen por mí”.
Al final el Papa pidió a la madre superiora que hicieran juntos la consagración del Instituto a la Virgen Madre de la Misericordia.+
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