Mons. Castagna llamó a aumentar la fe para demoler la incredulidad

Mons. Castagna llamó a aumentar la fe para demoler la incredulidad

Corrientes (AICA): “El Señor les recuerda que la fe es un desafío a demoler la incredulidad que cada uno ha edificado en su interior. Constituye una condición indispensable para confiar en el poder de la gracia divina, que dispensa Cristo resucitado. La perspectiva es deslumbrante, mientras sea la fe la clave que los introduzca en toda la Verdad”, aseguró el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, en su sugerencia para la homilía dominical.
“Es interesante la referencia que Jesús hace de la misión conferida a los hombres. Cada uno debe cumplir la que le corresponde sin reclamar otro derecho que el don de prepararse adecuadamente para su cumplimiento”, recordó el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, en su sugerencia para la homilía dominical.

“Los apóstoles comprueban que, ante la necesidad de prepararse debidamente, les urge crecer en la fe”, subrayó, y agregó: “Cuando escuchan al Maestro se sienten, con el mismo pueblo, consternados y dispuestos a llegar a la Verdad. Para ello consideran necesaria la fe: ‘Los apóstoles dijeron al Señor: ‘Auméntanos la fe’.

“El Señor les recuerda que la fe es un desafío a demoler la incredulidad que cada uno ha edificado en su interior. Constituye una condición indispensable para confiar en el poder de la gracia divina, que dispensa Cristo resucitado. La perspectiva es deslumbrante, mientras sea la fe la clave que los introduzca en toda la Verdad: ‘Si ustedes tuvieran la fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: Arráncate de raíz y plántate en el mar, ella les obedecería’”, sostuvo citando el evangelio de San Lucas.

Texto de la sugerencia

1.- La misión de Jesús. Jesús no deja de repetir que su misión lo orienta a establecer un contacto con los pecadores, con el fin de invitarlos al arrepentimiento y a la conversión. Dijimos en otra oportunidad que Jesucristo es el perdón acordado misericordiosamente por Dios a los hombres: “Al día siguiente, Juan vio acercarse a Jesús y dijo: Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. (Juan 1, 29) Es la nota distintiva de su presencia y misión en el mundo. Incluye la revelación de la paternidad divina, con su acopio de ternura y expresiva solicitud para hacer posible el regreso de sus hijos - todos los hombres - sobre un sendero muy estrecho y accidentado. Esa estrechez aparece, a simple vista, con sólo atender la crónica policial de cada día y la enumeración de hechos delictivos que saltan, como erupción volcánica, en los espacios menos sospechosos. Los pacíficos ciudadanos se hartan y reclaman seguridad y justicia. Existe un consenso general, expresado entre lágrimas e incontenible indignación, de que se debe hacer algo para resolver el gravísimo problema de la inseguridad.

2.- El aumento de fe para demoler la incredulidad. Es interesante la referencia que Jesús hace de la misión conferida a los hombres. Cada uno debe cumplir la que le corresponde sin reclamar otro derecho que el don de prepararse adecuadamente para su cumplimiento. Los Apóstoles comprueban que, ante la necesidad de prepararse debidamente, les urge crecer en la fe. Cuando escuchan al Maestro se sienten, con el mismo pueblo, consternados y dispuestos a llegar a la Verdad. Para ello consideran necesaria la fe: “Los Apóstoles dijeron al Señor: Auméntanos la fe”. (Lucas 17, 5) El Señor les recuerda que la fe es un desafío a demoler la incredulidad que cada uno ha edificado en su interior. Constituye una condición indispensable para confiar en el poder de la gracia divina, que dispensa Cristo resucitado. La perspectiva es deslumbrante, mientras sea la fe la clave que los introduzca en toda la Verdad: “Si ustedes tuvieran la fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: Arráncate de raíz y plántate en el mar, ella les obedecería”. (Lucas 17, 6)

3.- No es verdad que la investidura convierte en dueños a quienes deben ser servidores. La fe está relacionada con la realidad “consistente” (Beato Cardenal Newmann) que es invisible. Se requiere un ejercicio constante de la humildad. Virtud que permite reconocer la verdad, donde se exprese, y no reclama otra cosa que el cumplimiento de la personal misión. La parábola del servidor humilde es muy ilustrativa de la enseñanza del Maestro divino al respecto. No busca otra recompensa que la satisfacción de haber hecho lo que le correspondía. En otra ocasión de su enseñanza al pueblo, el Señor alerta del peligro de exigir una paga indebida por la deuda laboral saldada conforme a legítimo convenio. La explicación está en este simple y claro texto: “Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”. (Lucas 17, 10) ¡Cuánto nos cuesta la práctica de este consejo! Contrariando el concepto evangélico de la autoridad se desciende al error de considerar que la investidura, para el ejercicio del poder - político o eclesiástico –, constituye en dueños o señores a quienes deben ser servidores. Con mucha frecuencia la práctica contradice al discurso. Se proclama con vehemencia el propósito de servir a un pueblo que, por causa de sus dirigentes, acaba entrampado en una ideología o sistema hegemónico.

4.- La virtud, resultado de un combate interminable. La Palabra de Dios libera de toda esclavitud, comenzando por la raíz de todas: el pecado. Mientras su diabólica influencia persista en las personas, y en la sociedad que ellas integran, la lucha será sin cuartel y seguirá importunando a quienes se propongan desprenderse de ella. Así lo entendía San Pablo, considerando la virtud como el resultado de un combate sostenido - mientras el trigo deba coexistir con la cizaña (Mateo 13, 24-30) - durante el tiempo de la historia humana. Si la fe no aumenta, como lo suplican los Apóstoles a Jesús, se producirá un estado de desaliento e inevitable debilitamiento. El panorama deprimente, de una sociedad transida de enormes sufrimientos, por causa de la corrupción y de la delincuencia, expresa, a las claras, la necesidad de una auténtica y actualizada evangelización. Cabe aquí el recordado texto de la Exhortación Apostólica de Beato Pablo VI: “No sería exagerado hablar de un poderoso y trágico llamamiento (del mundo actual) a ser evangelizado”. (Evangelii Nuntiandi n°55).+

Let's block ads! (Why?)

Etiquetas:

Publicar un comentario

[facebook][blogger][disqus]

Diocesis de Celaya

Forma de Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets