Francisco llamó a los consagrados a “ponerse con Jesús en el medio de su pueblo”
El pontífice se dirigió a los miembros de los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, a quienes calificó “como hombres y mujeres que somos continuamente perdonados, ungidos en el bautismo para compartir esa unción y el consuelo de Dios con los demás”.
En la fiesta de la Presentación del Señor, el Papa recordó que, además de cumplir la ley, Jesús fue presentado “para encontrarse con el pueblo creyente”. Este encuentro, aseguró, “despierta la alegría y renueva la esperanza”.
“Somos herederos de los sueños de nuestros mayores, herederos de nuestros ancianos que se animaron a soñar; y, al igual que ellos, hoy queremos nosotros también cantar: Dios no defrauda, la esperanza en Él no desilusiona. Dios viene al encuentro de su Pueblo”, señaló Francisco a los consagrados, al tiempo que les advirtió sobre “la tentación de la supervivencia”, que nos vuelve reaccionarios, miedosos, nos va encerrando lenta y silenciosamente en nuestras casas y en nuestros esquemas.
“La tentación de supervivencia nos hace olvidar la gracia, nos convierte en profesionales de lo sagrado pero no padres, madres o hermanos de la esperanza que hemos sido llamados a profetizar”, continuó el Santo Padre, y aclaró que “esta actitud no es exclusiva de la vida consagrada, pero de forma particular somos invitados a cuidar de no caer en ella”.
El Papa mencionó también la importancia de que los consagrados estén “injertados con Jesús” en la vida y en el corazón de las grandes transformaciones multiculturales que atravesamos, y llamó a “poner a Jesús en medio de su pueblo”, porque es “asumir y querer ayudar a cargar la cruz de nuestros hermanos”.
La invitación final del Papa a los consagrados fue a acompañar a Jesús en el encuentro con su pueblo: “A estar en medio de su pueblo, no en el lamento o en la ansiedad de quien se olvidó de profetizar porque no se hace cargo de los sueños de sus mayores, sino en la alabanza y la serenidad; no en la agitación sino en la paciencia de quien confía en el Espíritu, Señor de los sueños y de la profecía. Y así compartamos lo que no nos pertenece: el canto que nace de la esperanza”.+
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