La Iglesia riojana recordó a Mons. Angelelli
“En esta iglesia y santuario de San Nicolás, volvemos a encontrarnos para dar gracias a Dios por la vida y la entrega de Enrique Angelelli, pastor de esta Iglesia particular, testigo valiente de Jesucristo”, inició el obispo. En ese contexto, mencionó particularmente a los sacerdotes, servidores de la Iglesia, que se entregan al pueblo encomendado, con un “sí” al Señor y a su Iglesia.
En memoria de “aquellos dramáticos días de 1976 en que el terrorismo de estado tronchó la vida de cuatro hombres que jugaron su vida por el Evangelio de Jesucristo, queriendo acallar la voz de Dios y la fuerza imparable de su Palabra”, señaló el obispo, la comunidad se encontró en la catedral “donde la voz de Enrique Angelelli proclamó el Reino de Dios y en nombre del Buen Pastor congregó a su rebaño para enseñar las verdades de Dios”.
El prelado recordó las orientaciones pastorales enunciadas por monseñor Angelelli para la diócesis en 1976, en las que recomendaba ser animadores de esperanza y paz, profundizar la unidad eclesial, saber ser solidarios y enriquecer el cuerpo eclesial, siendo agentes de evangelización y de pastoral.
Las consideraciones de Angelelli corresponden a un contexto crítico que atravesaba el país, y que anticipaba el terrorismo de Estado, señaló monseñor Colombo. Sin embargo, afirmó que “las enseñanzas que se desprenden de estas orientaciones conservan su vigencia inalterable. La percepción de la emergencia y sus signos, ponía en el corazón del pastor la necesidad de alertar sobre las exigencias de vivir, pertenecer y servir a este cuerpo en clave de esperanza y paz, con atención a la dimensión comunitaria de nuestras vidas, en clima de oración y formación permanente”, aseguró.
“Nunca hubo tiempos fáciles para la Iglesia; siempre la prueba martirial rubricaría la fidelidad de los discípulos para permanecer en el amor y el desafío de perseverar en el seguimiento de las enseñanzas de Jesús, para permanecer en el Padre, como el mismo Señor nos lo había puesto de manifiesto”, sostuvo el prelado, y advirtió que “Enrique Angelelli con su entrega final nos invita a un amor grande que da la vida en clave de amistad fraterna, fiel al Señor y a los hermanos. Junto a Carlos, Gabriel y Wenceslao siguen iluminando nuestra vida eclesial en nombre de Cristo y alentando nuestro seguimiento confiado de Aquel que nos amó primero”.
Recordando la última fiesta de San Nicolás presidida por monseñor Angelelli, el obispo citó sus palabras: “En esta hora difícil y decisiva, nos hace falta a todos, la fortaleza del Espíritu Santo que habita en nosotros para que las crisis no nos asusten, para que las tentaciones no nos desequilibren, para que los riesgos no nos paralicen. Esperamos del Espíritu Santo la fortaleza que nos asegura la esperanza. Esperamos de Él la luz beatísima que nos haga ver claro en un horizonte oscuro y nos lleve a hablar con precisión divina en un momento confuso, para que nos enseñe a hablar con audacia".
A la luz de las enseñanzas del fallecido prelado, monseñor Colombo advirtió que “el dramatismo del tiempo que vivimos nos pide que como Iglesia señalemos los riesgos de algunas decisiones de política económica que ignoran el precio concreto y dramático de su implementación: la vida de los pobres, el futuro de nuestros jóvenes, la situación de nuestros ancianos” y añadió que “como Iglesia queremos estar de parte de los pobres y es con ellos que decimos nuestra verdad que desea ser siempre la verdad del Evangelio. Es nuestro modo de dar vida. Y de comprometernos con la transformación evangélica de la realidad”.
En camino a la evocación del cincuentenario del inicio del ministerio pastoral de monseñor Angelelli, que se celebrará en 2018, el obispo invitó a dar gracias a Dios “por la ejemplaridad de su vida y por la elocuencia de su entrega, culminación de un ministerio vibrante de justicia y paz”. En el contexto de la causa de canonización que recorre ahora su etapa romana en vistas a la declaración de martirio de los cuatro testigos eclesiales, Carlos, Gabriel, Wenceslao y Enrique, monseñor Colombo propuso comenzar el año del cincuentenario como una oportunidad para evocarlo con distintas acciones eclesiales “que expresen nuestra voluntad de vivir y ser una Iglesia en salida, samaritana y misionera, casa y escuela de comunión”.+
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