Mons. Zecca al despedirse: "Dejo en Tucumán parte de mi corazón"
La misa fue concelebrada por el arzobispo emérito de Tucumán, cardenal Luis Villalba, y sacerdotes del clero tucumano, en un templo colmado de fieles pertenecientes a parroquias, movimientos, colegios e instituciones diocesanas.
Deseo expresar mi deseo de, cuando llegue mi hora, ser enterrado en ésta que ha sido mi iglesia catedral en mis años como sexto arzobispo de Tucumán, manifestó monseñor Zecca en la homilía.
El prelado, cuya renuncia fue aceptada por el papa Francisco el 9 de junio, aseguró haber procurado ser un buen pastor durante su conducción, ciertamente con los límites, errores y pecados, fruto de la fragilidad humana. El mismo amor que les profeso es el que me ha determinado a solicitar al Santo Padre Francisco que me asignara otra tarea más acorde con mis posibilidades humanas. He hecho cuanto pude para conservar y custodiar mi fe y la de ustedes, afirmó.
Al juicio misericordioso de Dios me encomiendo. El conoce los corazones y sabrá perdonar y enmendar mis yerros. También, desde luego, me encomiendo a la misericordia y a la oración de todos ustedes, manifestó.
El arzobispo explicó que dejará la diócesis de Tucumán en unos días, por lo que la sede episcopal quedará vacante y el Colegio de Consultores, como lo prescribe el derecho, deberá reunirse a la brevedad para elegir un administrador diocesano que garantice el gobierno de la grey y prepare, a la vez, los corazones de todos para la recepción del nuevo Pastor que el Santo Padre envíe.
Esta transición como todo lo que hace a la vida de la Iglesia debe ser vivida desde la fe, exhortó monseñor Zecca. Al obispo, como al Papa, se lo acepta y obedece, no por motivos humanos, sino sólo por fe. Estoy seguro de que Dios, en su Providencia, iluminará al Papa para que les envíe un Pastor según el corazón de Jesús, expresó.
Dejo en Tucumán parte de mi corazón y doy gracias a Dios por la acogida que me han brindado permitiéndome un pastoreo con matices nuevos y diversos del que había ejercido en mi ya largo ministerio presbiteral que, en noviembre próximo, será de cuarenta años, agradeció. Me confío a la oración de todos y aseguro la mía personal por todos. Confío en poder visitarlos en alguna oportunidad. Que la Virgen de la Merced, nuestra patrona, los cuide y me ayude en mi próxima tarea episcopal. Los abrazo con afecto de hermano y de padre, concluyó.+
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