Nuestros criterios no siempre son los de Dios, advirtió Mons. Frassia
Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: “Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá”. Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: “¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres”.
“El misterio al que esta lectura nos enfrenta es con el misterio más inédito, más original, más crucial y que nuestra capacidad intelectual, o nuestro raciocinio, no lo alcanza a entender”, explicó el obispo de Avellaneda Lanús y agregó: “No sólo que no lo entiende sino que a veces no lo vive”.
Jesús sabe a lo que va, dijo monseñor Frassia, sabe que es el Mesías y va a Jerusalén a cumplir la voluntad del Padre; a hacer ese sacrificio donde nadie le quitará la vida, sino que Él libremente la entregará. Pero a Pedro, “tan cercano, tan comprometido, tan amigo, incluso a él le cuesta entender el sacrificio mesiánico: la entrega de Jesucristo”, explicó.
“Pidamos al Señor –dijo por último el prelado- tener humildad para dejarnos enseñar. También tener audacia para seguirlo hasta donde Él nos lo permita. El que quiera seguirlo, tendrá que saber renunciar, cargar su cruz y seguirlo nomás”.
“Pidamos la unidad en el ser, la unidad en nuestro criterio y la unidad de fe en nuestra vida. Nunca dividamos a Cristo. Cristo es el Hijo de Dios y vino a cumplir una misión, que lo podamos entender, que lo podamos recibir y que lo podamos imitar”, concluyó monseñor Frassia su reflexión.+
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