Mons. Frassia en la celebración de Janucá en una sinagoga de Avellaneda
Es muy importante para todos nosotros estar reunidos y compartir las expresiones de la fe. Los que estamos aquí -con distintas realidades, matices, identidades- tenemos un tronco común que es, primero y principal, la trascendencia de Dios, destacó el prelado.
Dios es el Creador, el que está con nosotros, nos da su misericordia y nos anima a que, levantando la mirada hacia Él, podamos ubicarnos como personas. Por eso Dios no molesta, al contrario, nos humaniza, agregó.
El obispo aseguró que ninguna religión puede tener como emblema la pelea, la violencia, el odio, porque estaría mal fundamentada. Siempre la fe en Dios nos tiene que acercar entre nosotros.
Hoy, a veces, hay que pedir permiso para decir al mundo ¿saben una cosa?, no se molesten ¡soy creyente!, porque a veces se pone en tela de juicio que uno sea creyente y esa creencia en Dios, según nuestra identidades e historias, es muy importante y hay que hacerla cultura, hacerla carne y vida entre nosotros, sostuvo.
En tanto, el rabino Rosenzweig consideró que el gran desafío del siglo XXI no es otra fe, sino la falta de fe y coincidió con monseñor Frassia en que a quienes creen en algo superior se los vea como personas raras.
Hoy, Dios ha sido reemplazado por la teoría del big bang, Dios ha sido reemplazado por la informática, por los chateos, por los tweets; inclusive La Palabra fue reemplazada por la imagen y el amor reemplazado por la biología. Si le damos tanta identidad a la informática nuestra espiritualidad estará muy pero muy en baja, advirtió.
Como hombres de fe no somos reguladores de la fe, ¡somos facilitadores de la fe! Aquí está demostrado que nos reunimos para honrar al único Dios, universal, invisible, añadió.
El rabino Rosenzweig afirmó que en esta noche de Janucá y en vísperas de la Navidad, en nombre de toda la comunidad judía de Avellaneda, saludamos a la comunidad cristiana y así como estamos celebrando todos juntos la fiesta de las luces que nos une, los bendiga Dios a todos y cada uno de ustedes.
Janucá o fiesta de las luminarias conmemora, según la tradición judía, la victoria de los macabeos sobre los helenos, y la posterior santificación del Segundo Templo de Jerusalén.
La tradición judía habla de un milagro, ya que pudo mantenerse encendido el candelabro del Templo durante ocho días consecutivos, cuando la cantidad de aceite sólo alcanzaba para alumbrar un día; de allí, la costumbre de ir encendiendo en forma progresiva una vela por cada día de cada uno de los brazos del candelabro o janukía.+
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