Patriarca Sako: “La intervención contra Irak del 2003 provocó el infierno que vivimos”
El patriarca comenta así el documento elaborado por la Comisión de Investigación presidida por Sir John Chilcot, que en los últimos días documentó que la acción militar contra el régimen iraquí decidida en esa ocasión por el gobierno británico liderado por Tony Blair era inoportuna e ilegítima.
El ex primer ministro británico, ante los resultados de la investigación llevada a cabo por la institución, después de un trabajo de casi siete años, se defendió afirmando que ahora “estaríamos en una situación peor si no hubiéramos intervenido”. Pero según el primado de la Iglesia caldea, basta con mirar la realidad sin necesidad de gafas ideológicas para medir la falta de fiabilidad total de esta declaración:
“Tenemos un país destruido, cuatro millones de refugiados solo de Irak, conflictos que perturban Siria y Yemen. Los cristianos en Irak antes de la guerra eran un millón y medio, ahora son menos de medio millón, y muchos de ellos viven como refugiados lejos de sus hogares. No hay trabajo, las economías de países enteros se caen a pedazos, las instituciones están paralizadas, el patrimonio cultural milenario ha sido destruido. Me pregunto con qué cara se puede decir que la guerra fue buena para Oriente Medio”.
Según el patriarca caldeo, la problemática yihadista que está perjudicando a pueblos enteros también es de alguna manera un efecto colateral de la invasión militar de Irak del 2003. “En el vacío que se ha creado” observa el primado de la Iglesia caldea “los yihadistas encontraron espacio para arraigar su propuesta ideológica aún más aberrante, la del estado islámico. Se trata de una deriva sectaria que también envenena toda la convivencia. Basta pensar que ahora, las supuestas 'soluciones' a los conflictos en curso apuntan a cantonizar Irak y otras zonas del Oriente Medio sobre una base sectaria”.
Según el patriarca Louis Raphael, uno de los factores que alimentaron el conflicto de 2003 y la gestión imprudente de la posguerra fue la abstracción ideológica con la que se hacía propaganda a la guerra como protectora de la democracia:
“El camino hacia la democracia, los derechos y las libertades es largo y cansado, como se muestra con precisión en la historia de Europa y Occidente. La pretensión de imponer estos valores de una manera mecánica, sin respetar los tiempos y las características culturales de nuestros pueblos, ayudó a alimentar el desastre en el que nos encontramos”.
En 2003 el papa Juan Pablo II y la Santa Sede expresaron con fuerza su oposición a la intervención militar, considerándolo como una decisión equivocada y cargada de consecuencias devastadoras. “Los círculos occidentales”, recuerda hoy el patriarca Louis Raphael “habían elogiado al Papa como su 'aliado' contra el comunismo, pero cuando dijo que la Guerra del Golfo sólo traería desgracias no le escucharon. Es el destino de las voces proféticas, que el poder busca suprimir, cuando no las puede utilizar. Y de alguna manera es lo mismo que sucedió a Jesús. Y, sin embargo escuchando esas voces, también podemos encontrar hoy el camino perdido de la coexistencia pacífica, lo que ayuda a preservar el bien de todos”.+
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