Monseñor Uriona reflexionó sobre el cuidado de la casa común

Río Cuarto (Córdoba) (AICA): En el marco de la Jornada Interreligiosa de Oración por la Creación, el obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, monseñor Adolfo A. Uriona FDP, se refirió a las amenazas que sufre la Tierra a causa de la violencia del corazón humano. “Roguemos al Señor para que abra los ojos, ilumine las mentes y toque el corazón de la humanidad a fin de que ‘tratemos con misericordia nuestra casa común’”, imploró.
Con motivo de la Jornada Interreligiosa de Oración por la Creación propuesta por el papa Francisco, monseñor Adolfo A. Uriona FDP, obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, dedicó unas palabras a reflexionar sobre el vínculo irresponsable del hombre con el cuidado de la Tierra.

“La tierra es un don del Creador al hombre, vértice de lo creado, a fin de que la cultive y desarrolle para su bien. Sin embargo hoy la vemos gravemente amenazada a causa de la violencia del corazón humano fruto del pecado original, que lo conduce a vincularse con la naturaleza de una manera irresponsable”, detalló el obispo.

Monseñor Uriona retomó las palabras de Francisco: “a pesar de nuestros pecados y los tremendos desafíos que tenemos delante, no perdamos la esperanza: «El Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado»”, expresó, y con una oración pidió al Señor que “abra los ojos, ilumine las mentes y toque el corazón de la humanidad a fin de que ‘tratemos con misericordia nuestra casa común’”.

Oración
“Dios Creador, que estás presente en todo el universo y en la más pequeña de tus criaturas, danos la gracia de la conversión ecológica que nos impulse a superar las conductas egoístas de consumo que deterioran el medio ambiente.
Señor danos la fuerza para trabajar también en el cuidado de los pobres, que son los que más sufren las consecuencias de cambio climático.
Danos el coraje de luchar contra la corrupción que proviene de una ávida búsqueda de ganancias, destruyendo la naturaleza y la vida del hombre que habita en ella.
Dios, toca nuestros corazones y libéranos de la falsa concepción de que la naturaleza se recompone sola, de que el progreso nada daña y que lo que daña se arregla por sí mismo. Sabemos que hay especies que se han perdido y que ya no se recuperan más…
Padre, Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe, derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos la vida y la belleza.
Sana nuestras vidas, para que seamos protectores del mundo y no depredadores, para que sembremos hermosura y no contaminación y destrucción.
Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa, a contemplar admirados, a reconocer que estamos profundamente unidos con todas las criaturas en nuestro camino hacia tu luz infinita.
Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha por la justicia, el amor y la paz. Amén”.
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