La jornada tuvo momentos de alabanzas, música y enseñanzas, y contó con la presencia de numerosos grupos de la RCC de las parroquias de la diócesis.
“El Espíritu Santo nos acompaña, y si Él está con nosotros, nos va a fortalecer, nos va a animar, dar paz interior, fortaleza para salir y la ciencia necesaria para compartir el Evangelio”, aseguró en la homilía.
En este sentido, el prelado lomense pidió “que el Espíritu Santo nos anime a llegar a esas periferias existenciales y geográficas que en nuestra Iglesia diocesana están esperando esta palabra de amor, y están esperando con hambre que les partamos el pan de la Buena Noticia del Evangelio”.
Tras recordar que “siendo párroco en el norte, veía el servicio que le brindaban a los enfermos, que por lo general no eran contenidos en otra parte”, destacó “el trabajo silencioso, inspirado por el Espíritu, alegre, confiado y animoso, pero además constante” de la RCC.
Monseñor Lugones consideró que la RCC “tiene que asumir una misionalidad kerigmática”, al recordar los inicios de ese movimiento como “esa corriente de aire fresco que soplaba desde el norte como una renovación, una renovación en el espíritu que animaba a dar pasos nuevos, nos acercaba y nos hacía encontrarnos de otro modo, de un modo más humano y cercano, y esto tenemos que dar gracias y valorarlo”.
“Estamos en un punto y un momento de renovarnos nuevamente, o sea, reencontrarnos, así como en los inicios los primeros miembros se encontraban con su prójimo, necesitamos reencontrarnos; tal vez no perdimos el fervor, el entusiasmo, pero el tiempo desgasta y la RCC necesita ser renovada”, advirtió.
“Da la impresión que a través del tiempo los carismas se metieron para adentro, y los carismas son para dar, no para un bien personal o de grupo, sino para ponerlos al servicio de la Iglesia, y la clave de la nueva renovación está acá: caminar hacia una renovación kerigmática, porque si no podemos quedarnos empantanados y encerrarnos nuevamente. Pero necesitamos una renovación en salida”, manifestó.
El obispo sostuvo que “así como la Virgen y los discípulos estaban encerrados, pero el Espíritu sopló y los impulsó, y convirtió una Iglesia cenacular en una Iglesia kerigmática, un Iglesia del anuncio, así también debemos dar este paso hoy”.
Monseñor Lugones mencionó las prioridades diocesanas “como una herramienta para poder comunicar el Evangelio a los que no vienen a la Iglesia” y finalizó: “Hoy necesitamos de este envío, de poder ir a los que no vienen al templo, los que tienen hambre de Dios pero no son saciados. Vivimos situaciones difíciles, gente que no tiene trabajo, no le alcanza para llegar a fin de mes, y encima nosotros, ¿los vamos a privar del pan de la Palabra?”.+
Publicar un comentario