Mons. Buenanueva: “A Dios Padre no le es indiferente la suerte del hombre”
Bajo el título “Subió a los Cielos”, el prelado recuerda la frase de nuestra profesión de fe: “Subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso”, y la considera “casi una cita literal de la conclusión del evangelio de Marcos: ‘Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios’”.
Monseñor Buenanueva recorre en su reflexión tres metáforas: “Resucitó”, “subió a los cielos” y “está sentado a la derecha de Dios” que, considera, expresan “la riqueza de una misma realidad: el Hijo de Dios ha superado la muerte, consiguiendo para todos la plenitud de la vida como sólo la hace posible la comunión con Dios”.
“Al nacer de una mujer, se ha adentrado en la experiencia humana. Al morir crucificado no sólo ha conocido ese límite supremo que es la muerte, sino que ha hecho suya la suerte de todos los crucificados de la historia. Ha descendido al reino de la muerte. La metáfora del descenso se complementa ahora con las de la ascensión y la exaltación”, continúa el prelado.
El obispo considera que en Jesús “Dios se ha manifestado definitivamente a favor de los hombres”, sin dejar a su creación “librada a su suerte”, sino que “se ha definido activamente a su favor”, detalla. “El hombre, especialmente en sus horas más oscuras, cuando todo parecería absurdo y sinsentido, cuenta con Dios para reafirmar el valor de la vida”.
“Jesús mostró con claridad que a Dios Padre no le es indiferente la suerte del hombre; que lo conmueve el sufrimiento de cada uno de sus hijos y que, esa conmoción da lugar a una solidaridad activa y concreta. Todo aquel que se ponga del lado de los pobres estará con Jesús en el lado correcto de la historia. Estará donde está el corazón de Dios”, señala monseñor Buenanueva.
El obispo recuerda que “el cielo” es una metáfora que “expresa la inmensidad de Dios, siempre más grande que todo lo que podamos imaginar. Hacia allí ha sido llevado el ser humano. Primero Jesús, abriendo el camino. Después, cada hombre”, asegura.
“La imagen del Hijo vencedor de la muerte que, después de esa lucha, se sienta a la derecha de Dios expresa algo más. Indica que la exaltación de Jesús no implica lejanía. Menos aún indiferencia ante los que seguimos batallando la vida. Todo lo contrario. Ahora, el Dios hecho hombre que, a través de su humanidad, conoce desde dentro nuestras fatigas (también nuestras derrotas), está con nosotros de una forma nueva. Es el Señor, cuyo poder actúa en el mundo, sobre todo, a favor de los pobres. Con ellos se identifica, haciendo suya su causa y promoviendo su dignidad”, afirma el prelado.
Para finalizar, advierte que “el verdadero poder de Dios es su amor de Padre, manifestado como misericordia, compasión y perdón”, tal como lo manifestó Jesús en su vida terrenal y lo ejerce ahora, “sentado a la diestra del Padre todopoderoso”, y anima a aprovechar el Adviento para mirar al futuro que nos espera: “Desde allí ha de venir A juzgar a vivos y muertos”, anticipa.+
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