Participaron del acto oficial el gobernador de Tucumán, Juan Manzur, el vicegobernador Osvaldo Jaldo y el intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro, además de autoridades eclesiásticas, gubernamentales, legislativas, universitarias y militares.
Además del purpurado vaticano, asistieron el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig, el cardenal Luis Héctor Villalba (emérito de Tucumán), el cardenal Mario Aurelio Poli (arzobispo de Buenos Aires y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Argentina), el cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa (arzobispo emérito de Santiago de Chile), monseñor José María Arancedo (arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina), monseñor Mario Antonio Cargnello (arzobispo de Salta y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Argentina), monseñor Carlos Humberto Malfa (obispo de Chascomús y secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina) y monseñor Emilio Berlie (obispo emérito de Yucatán, México).
El representante papal agradeció la entrega de las llaves de la ciudad y aseguró que “el Santo Padre está espiritualmente presente aquí con nosotros, hoy, en San Miguel de Tucumán. En cierto sentido sentimos firmemente su cercanía, porque bien conocemos su amor para con la Eucaristía y por la Argentina”.
Asimismo, destacó que el Congreso Eucarístico se realice en una ciudad que hace 200 años “jugó un rol histórico a favor de toda la nación” y aseguró que “estos dos siglos han sido marcados en profundidad por la fe y los valores morales y espirituales: en la Argentina el Evangelio ha sido la fuerza y la inspiración de la patria”.
“En estos dos siglos de Independencia, las dificultades y los desafíos han sido muchos. Acontecieron épocas oscuras y dolorosas, con problemas y divisiones entre hermanos, páginas tristes y trágicas que han causado un profundo y amargo sufrimiento a muchos y cuyas heridas siguen todavía abiertas”, reconoció.
“Ahora, queridos amigos de la Argentina, se necesita una verdadera reconciliación de los argentinos en la justicia, el perdón, la serenidad y la paz. Solamente el amor y la reconciliación que curan las heridas pueden conducirnos a todos hacia la meta de la justicia y el progreso pacífico. Al respecto, se siente la necesidad de fortalecer la cultura del diálogo, del encuentro -como dice el papa Francisco- en la solidaridad y la honestidad. Se necesita un compromiso común para un futuro próspero y digno para todos”, planteó.
“Al mismo tiempo tenemos que reconocer que no son pocos los avances que la Argentina ha logrado en estos últimos años, tanto en el campo de la evangelización como en el de la promoción humana y social”, agregó.
El cardenal Re consideró que “movido por los valores humanos y cristianos, el pueblo argentino podrá mirar su futuro con esperanza y confianza. La sociedad moderna podrá sostenerse -como querían los padres de la independencia argentina- sobre principios espirituales que sepan iluminar y sostener el camino de los ciudadanos. Estos valores cristianos son importantes también para la construcción de una sociedad fuerte y unida”.
“En el corazón de todos hay un profundo deseo de alcanzar un progreso integral de la sociedad. Este anhelo se puede cumplir solamente si recorremos todos juntos el camino de la solidaridad, poniendo en el centro a la persona humana y mirando con privilegiada atención a los más pobres”, afirmó.
El enviado papal deseó que “el compromiso por el progreso social y civil esté siempre unido a la celosa defensa de los valores humanos, morales y espirituales, que son parte de la tradición argentina y sin los cuales el futuro no podrá ser mejor” e indicó que “estos días del Congreso son expresión de la gran devoción eucarística de los argentinos, pero van a ser también una pública manifestación de la fe cristiana, anclada en la vida diaria y capaz de sostenernos en los desafíos de nuestro tiempo”.
El purpurado subrayó que “la Eucaristía forma parte del patrimonio de los argentinos. La humanidad necesita de la Eucaristía porque necesita saber que no estamos solos recorriendo el camino de la vida. Cristo nos hizo una inmensa promesa: ‘Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo’” y recordó: “Cristo permanece con nosotros en la Eucaristía para ser nuestro compañero de viaje, nuestro consuelo en las tribulaciones, nuestra fuerza en los momentos de cansancio y desaliento, Él es verdaderamente el Dios con nosotros, centro en la Iglesia y corazón del mundo”.
Por último, el cardenal Re deseó que las jornadas del Congreso Eucarístico “se desarrollen en la alegría, la fe y el amor a Jesucristo, Luz de los pueblos, vivo y presente en la Eucaristía y puerta de la misericordia abierta para todos”.+
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