“En el actual cambio de época, emerge una nueva cuestión social. Aunque siempre tuvimos dificultades, hoy han surgido formas inéditas de pobreza y exclusión. Se trata de esclavitudes modernas que desafían de un modo nuevo a la creatividad, la participación y la organización del compromiso cristiano y ciudadano.” Como señala el Documento de Aparecida, hoy los excluidos no son solamente «explotados» sino que han llegado a ser «sobrantes y desechables». La persona humana nunca puede ser instrumento de proyectos de carácter económico, social o político, manifestaron en la apertura.
Para agregar luego que cada parroquia no puede ser ajena a los grandes sufrimientos que vive la mayoría de nuestra gente y que, con mucha frecuencia, son pobrezas escondidas. “Toda auténtica misión unifica la preocupación por la dimensión trascendente del ser humano y por todas sus necesidades concretas, para que todos alcancen la plenitud que Jesucristo ofrece”.
En cuanto a la centralidad de la Eucaristía, los sacerdotes manifestaron que el insuficiente número de sacerdotes y su no equitativa distribución imposibilitan que muchas comunidades puedan participar regularmente en la celebración de la Eucaristía. Recordando que la Eucaristía hace a la Iglesia, nos preocupa, dijeron, la situación de miles de estas comunidades privadas de la Eucaristía dominical por largos períodos de tiempo.
La Eucaristía es el lugar privilegiado del encuentro del discípulo con Jesucristo. Con este Sacramento, Jesús nos atrae hacia sí y nos hace entrar en su dinamismo hacia Dios y hacia el prójimo DA 251
La Eucaristía es el alimento substancial de los discípulos misioneros. (DA 25). Es principio y proyecto de misión del cristiano y la madurez del discípulo misionero se da en la participación activa de la Eucaristía del domingo.
Con respecto al itinerario formativo de los discípulos misioneros, destacaron promover la pastoral del domingo, valorizar la piedad popular, alimentar el espíritu misionero participando cada domingo de la Eucaristía dominical.
Por eso, el discípulo misionero tiene que ser “sensible a la piedad popular, saber percibir sus dimensiones interiores y sus valores innegables”.
En su Palabra y en todos los sacramentos, Jesús nos ofrece un alimento para el camino. La Eucaristía es el centro vital del universo, capaz de saciar el hambre de vida y felicidad: “El que me coma vivirá por mí” (Jn 6, 57). Sin dejar de detener nuestra mirada en María y reconocer en ella una imagen perfecta de la discípula misionera.
Testimonio
Como corolario, las religiosas Marta y María Celeste, de la congregación misioneras de San Roque de El Sauzalito, compartieron su testimonio misionero. Ellas comenzaron a recorrer comunidades y parajes en el impenetrable chaqueño para llevarles a través de la Adoración Eucarística, a un Jesús vivo, cercano, a parajes del monte chaqueño donde nunca habían tenido la posibilidad de vivir esta experiencia de fe. La celebración Eucarística, impartir los sacramentos, es poco habitual dada las distancias, el mal estado de los caminos y la imposibilidad de una adecuada atención pastoral por la escasez de sacerdotes.
Para finalizar el P. Dante De Sanzzi nos dio su apreciación acerca del encuentro “Noté que era conveniente comenzar el taller de Eucaristía y misión, haciendo reflexionar a los congresistas sobre su experiencia viva con Jesús Sacramentado. La misión será fructífera a partir del encuentro en el sagrario y en la participación de la Santa Misa.
Muchos no comulgan, la oración es muy apurada y la espiritualidad misionera es la clave para entender que esta no es una pastoral parroquial más, sino la esencia de la Iglesia.
Que el Pan Vivo bajado del Cielo sea el alimento para nuestros cuerpos y nuestras almas; y que lo recibamos con dignidad para darlo a los demás”.+
Publicar un comentario