Hoy, indicó el obispo de Roma, “consideramos la virtud de la esperanza a la luz del Nuevo Testamento”, cuando se encuentra con la novedad representada por Jesús y el acontecimiento de la Pascua que abre para nosotros una perspectiva extraordinaria: la esperanza cristiana. “Como cristianos, somos hombres y mujeres de esperanza”.
El Papa precisó que en la primera carta que san Pablo escribe a la joven comunidad de Tesalónica, apenas fundada y temporalmente muy cercana al acontecimiento de la Resurrección del Señor, y “trata de hacerles comprender todos los efectos y las consecuencias que este hecho único y decisivo comporta para la historia y la vida de cada uno”.
Al respecto señaló el Santo Padre que cómo entonces, la dificultad no está en aceptar la Resurrección de Jesús, sino en creer en la resurrección de los muertos. Por esta razón, el Pontífice ha indicado que cada vez que nos enfrentamos a la muerte, ya sea la nuestra o la de un ser querido, “sentimos que nuestra fe se tambalea”, y “nos preguntamos si hay vida después de la muerte”, o si “volveremos a encontrarnos con los que nos han dejado”.
En este sentido, explicó Francisco, la carta de san Pablo es más actual que nunca. También nosotros, “en el entorno actual, tenemos que volver a la raíz y al fundamento de nuestra fe, a fin de tomar conciencia de lo que Dios hizo por nosotros en Cristo Jesús y lo que significa nuestra muerte”.
“Todos tenemos un poco de miedo de la muerte -dijo el pontífice- y señaló que “Pablo, ante las dudas de la comunidad, invita a mantener sólida la “esperanza de la salvación”. La esperanza cristiana, es esperar en algo que ya se cumplió, pero que debe realizarse plenamente para cada uno de nosotros.
“La esperanza, por tanto, significa aprender a vivir en la espera. Aprender a vivir en la expectativa y encontrar la vida. Cuando una mujer se da cuenta de que está embarazada, todos los días se aprende a vivir a la espera de ver la mirada de ese niño que nacerá”, explicó el Papa.
“Nosotros, indicó, también tenemos que vivir y aprender de estas expectativas humanos y vivir en la expectativa de ver al Señor, para encontrar señor. Esto no es fácil, pero se aprende a vivir en la espera”.
Por esto, concluyó Francisco, “la esperanza nos exige tener un corazón pobre y humilde, que sepa confiar y esperar sólo en Dios Nuestro Señor”.+
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