Muchos de ellos, entre los cuales tantas madres con niños, especificaban sus países de origen: Sira, Irán, Irak, Afganistán y también sus etnias, como los Yazidis. Bartolomé I y Jerónimo II le acompañaron en este recorrido que siguió en el interior de una gran carpa.
Al ingresar saludó a los 150 menores que esperan obtener el estatus de refugiados y después durante varios minutos a cientos de personas que le estaban detrás de las vallas de seguridad.
Muchos de ellos, entre los cuales tantas madres con niños, especificaban sus países de origen: Sira, Irán, Irak, Afganistán y también sus etnias, como los Yazidis. Bartolomé I y Jerónimo II le acompañaron en este recorrido que siguió en el interior de una gran carpa.
Se vieron gestos de gran humanidad y ternura, como cuando el Papa se inclinó para recoger el biberón que se le había caído a una señora que cargaba su bebé. Algunos niños le entregaron dibujos y que el Papa pidió a sus colaboradores que los llevaran sin doblarlos; y se escucharon palabras de ánimo.
Otro le pidió al Papa algo de recuerdo, como una estampita, y no faltaron personas que lloraron y le agradecieron. Un coro de niños le dedicó una canción.
Se sintió durante el recorrido el mensaje que el Papa había dado en un ‘tuit’ antes de partir: “Los refugiados no son números sino personas, con nombres, rostros e historias y deben ser tratados como tales”.+ (ZENIT)
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