Mons. Arancedo: Predicación y pertenencia a la comunidad, esencias de la fe
“La conciencia de este universalismo es su fe en Dios revelada por Jesucristo: ella se expresa en una relación única con Dios y en el mandamiento del amor. Toda persona es mi hermano sería la primera consecuencia social de la fe”, subrayó en su reflexión semanal.
El prelado consideró que “es importante partir de estas certezas para comprender tanto el universalismo de la fe como su exigencia misionera. La fe en Dios, revelada por Jesucristo, no nos aísla, por el contrario, nos define como hijos de Dios y hermanos de todos los hombres. Esto lo vemos en la oración que nos dejó Jesús al enseñarnos el Padre nuestro”.
“La conciencia de esta fe es la que llevó a las primeras comunidades a salir al encuentro de todos los hombres y culturas y proclamarles la alegría y las razones de su fe. Una característica del auténtico espíritu misionero es su gratuidad y el respeto a la libertad. No es algo que se impone, se propone como una verdad que busca la libre aceptación”, sostuvo.
El arzobispo santafesino destacó que la predicación es un elemento esencial de la transmisión de la fe: “La fe cristiana nace de la palabra predicada. Una Iglesia fiel a esta certeza de la fe, es una Iglesia necesariamente misionera. Esto es lo que nos reclama hoy Francisco”, especificó.
Monseñor Arancedo añadió que “otro elemento a tener en cuenta es la pertenencia a una comunidad”, porque “la adhesión a la fe que nace en Jesucristo se orienta a la comunión. El hombre de fe no es alguien solitario, decíamos, sino miembro de una comunidad. Esta fue la primera enseñanza y preocupación de los apóstoles respecto a la vida de los cristianos”.
“El encuentro con Jesucristo lleva necesariamente a vivir y a celebrar la comunión como signo de su autenticidad. En esto se comprende la centralidad de la Eucaristía, la celebración dominical de la misa que, como dice el Concilio Vaticano II, es ‘fuente y culmen’ de la vida cristiana. Una fe que no se celebra termina debilitándose y se reduce a una mera referencia moral o cultural, que deja de alimentar e incidir en la vida cotidiana. La fe me da una comunidad, me da a la Iglesia. No hay Iglesia sin Jesucristo, pero también es necesario decir que Jesucristo nos lleva a la comunidad de la Iglesia que Él ha instituido”, concluyó.+
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