“Dios es mayor que todo el universo y no se deja encerrar en ningún lugar, pues no hay lugar alguno vacío de su presencia”, afirmó. Pero, a la vez, “Dios que está presente en todas partes, se comprometió a hacer sentir más intensamente su presencia salvadora y su favor en esta casa de oración”, continuó.
Monseñor Marino destacó que la humanidad del Hijo de Dios “es por excelencia el templo y lugar privilegiado de la presencia de Dios Padre y la fuente del Espíritu Santo que construye invisiblemente la Iglesia como templo espiritual y Cuerpo de Cristo”. Y añadió: “La visión grandiosa de la Iglesia que nos abre la Palabra de Dios, como casa espiritual y templo del que formamos parte, nos lleva a la pregunta acerca de cómo construimos concretamente este edificio y de qué manera nuestra conducta se vuelve edificante”.
“¿Qué otra cosa son el oro, la plata, las piedras preciosas, sino nuestras obras realizadas con fe profunda, con amor sincero, con el oculto heroísmo cotidiano?”, preguntó y respondió: “El ejercicio de la paciencia, las pequeñas cosas de cada día, la escucha de quien nos necesita, la buena voluntad ante los inevitables problemas, la responsabilidad en nuestros deberes como ciudadanos; éstos son los ‘sacrificios espirituales, agradables a Dios por Jesucristo’”.
“Nunca debemos olvidar que la tarea apostólica de la Iglesia requiere paciencia, no menos que esfuerzo; capacidad de soportar oscuridades, no menos que entusiasmo; disposición a sufrir por la Iglesia, no menos que el santo orgullo de pertenecer a ella”, aseveró.
Haciendo eco de las palabras del cardenal Pironio aseguró que se trata de ‘la alegría de sentir que las almas lo van a uno devorando en la caridad y que Dios mismo lo va consumiendo en el amor. Alegría de sentir que su vida va siendo fecunda, no en la medida en que aparece y brilla, sino en la medida en que se entierra y se ofrece. Alegría de saber que somos útiles cuando el Señor nos inutiliza”.
Admisión a las sagradas órdenes de tres seminaristas
En la celebración eucarística, monseñor Marino concedió la admisión a las sagradas órdenes a los seminaristas Juan Pablo Arrachea, Germán Kailer y Marcelo Sorriba. En la homilía, el prelado expresó su alegría por “este paso que realizan”, que calificó como un “primer reconocimiento provisorio”, que “los obliga a ser más profundos en la entrega cotidiana a Jesucristo, comprometidos a edificar para Él el templo santo y espiritual de su Iglesia”.
“Deben sentir dirigidas a cada uno de ustedes las palabras que encontramos en el libro del profeta Isaías, donde Dios se dirige al pueblo elegido diciéndole: ‘Te he llamado por tu nombre. Tú eres mío’”, dijo el obispo, quien manifestó la esperanza “de poder contar en el futuro con tres dignos miembros de su clero”.+
Publicar un comentario