Mons. Arancedo en la Asamblea Plenaria: La cultura del encuentro no es una estrategia, sino un compromiso
En su homilía, monseñor Arancedo destacó el carácter fraterno del encuentro y la intención de poner los frutos de la Asamblea al servicio de las comunidades, a través del tratamiento de diferentes temas que hacen a la vida de la Iglesia. “Nuestra mirada tiene en Jesús, el Buen Pastor, su fuente y modelo”, afirmó, e instó a los pastores a disponer sus corazones y pedir la asistencia del Espíritu Santo para iluminar la tarea.
En memoria de San Atanasio, el prelado destacó cualidades del santo como la firmeza, la lucidez, la primacía de Dios y la centralidad salvífica de Jesucristo. Lo consideró además “un pastor que, por el bien de las almas y en el cuidado de la doctrina, acompañó el camino de la Iglesia”, y expresó el anhelo de que su memoria “nos estimule y nos mueva a elevar nuestra oración a Dios para que: ‘por su doctrina y gracias a su intercesión, podamos crecer incesantemente en tu conocimiento y en tu amor’, como reza la liturgia del día”.
“La Eucaristía es el testamento de la Pascua”, destacó el arzobispo en referencia al Evangelio del día, en que Jesús se presenta como Pan de Vida: “de este misterio de fe somos depositarios como Iglesia y ministros para nuestros hermanos”, aseguró.
La Eucaristía “encierra una dinámica de transformación y de configuración a Cristo que la hace camino de plenitud en la vida cristiana; es sacrificio de alabanza y de acción de gracias; es presencia y anticipo del Reino; es signo de unidad y alimento que fortalece el vínculo de la caridad. Ella entraña, por su misma configuración a Cristo, un compromiso especial con los más necesitados”, añadió, anticipando el tema a tratar en la jornada del domingo.
“Cuando confesamos que ‘Cristo es nuestra paz’, que él ha venido para derribar todo muro de enemistad entre los hombres, proclamamos una verdad que hace a la misión de la Iglesia”, determinó, y la Eucaristía es, a estos fines, “sacramento o señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano”, tal como lo define el Concilio Vaticano II. Da testimonio de la fe en Jesucristo y comunica la salvación al hombre, contribuye al bien de la paz y la unidad de la humanidad.
Esta verdad, consideró monseñor Arancedo, “nos debe llevar a mirar con ojos de fe, compromiso y esperanza la realidad que vivimos en lo concreto de nuestra amada Patria”. En un entorno en el que prima “una cultura del enfrentamiento, la violencia y la anomia que nos debilita como nación”, el anuncio de la paz en persona, que es Jesucristo “anima a todo bautizado a ser instrumento de pacificación y testimonio creíble de una vida reconciliada”, tal como lo afirma el Santo Padre Francisco. Es necesario, según el papa, construir “una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos, pero sin separarlos de la preocupación por una sociedad justa, memoriosa y sin exclusiones”.
“Esta mirada ubica la raíz de la temática social y política en el corazón del hombre como sujeto moral y valora, asimismo, el significado de las instituciones a las que el mismo hombre, especialmente el dirigente, debe cuidar y ejercer sus funciones al servicio del bien común”, enfatizó el presidente de la Conferencia Episcopal.
Como conclusión, recordó que es parte de la misión de la Iglesia “contribuir con su palabra a una cultura del encuentro” y advirtió que “la fe en Dios, el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, no puede quedar en algo intimista que nos exima de una palabra en lo concreto de nuestra historia”. La promoción de la cultura del encuentro y el fortalecimiento de lazos de amistad social, como también el privilegio por los más necesitados “no es una estrategia, sino un compromiso de su fe en Jesucristo. No se trata de una mirada ingenua sino de poner al hombre en el centro de la cuestión social, y verlo como responsable de la misma realidad e instituciones de la República, que son la necesaria mediación en un estado de derecho y en el marco de una vida en democracia. Esta actitud nos hace protagonistas de un futuro que nos compromete”.+
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