En el 444º aniversario de Córdoba, Mons. Ñáñez llamó a convivir en armonía
El arzobispo recordó que el monasterio histórico de Santa Catalina de Siena fue “el primero de la Argentina, fundado hace cuatrocientos cuatro años, cuando Córdoba era prácticamente una aldea que contaba apenas con cuarenta años de existencia”.
“Al congregarnos en este templo queremos agradecer a Dios nuestro Señor todos los beneficios y dones que nos ha otorgado en este último año y queremos pedirle humilde y confiadamente que siga acompañándonos y haciendo fecundos todos nuestros trabajos y esfuerzos en vistas de una vida cada vez más digna para todos los cordobeses”, expresó.
Monseñor Ñáñez reflexionó también sobre la importancia de “asumir y robustecer el compromiso de construir y de reconstruir permanentemente la amistad social que nos permite llevar adelante una convivencia pacífica y verdaderamente armoniosa”.
Iluminado por el Evangelio, el prelado destacó especialmente a los cordobeses algunas implicancias del mandamiento del amor: “la mutua estima, la solidaridad para con los necesitados, el compartir los sentimientos de alegría y de tristeza de los demás, el no querer sobresalir, no presumir de sabios, vivir en armonía y estar en paz con todos, no hacer justicia por manos propias, no dejarse vencer por el mal, sino al contrario, vencer al mal haciendo el bien”.
El arzobispo reconoció también la necesidad de profundizar el arraigo al sistema democrático que nos rige, para desarrollar una convivencia pacífica y armoniosa, aprovechando todas las instancias de participación y de diálogo.
“Es responsabilidad de las autoridades –indicó– favorecer una escucha atenta, respetuosa y diligente en la búsqueda de soluciones a los problemas que nos aquejan. Al hacerlo, autoridades y ciudadanos estaremos afianzando esos logros, construyendo una convivencia armoniosa y pacífica, fortaleciendo una auténtica amistad social”.
Entre las deficiencias que perturban la paz, monseñor Ñáñez enumeró “los discursos agresivos y por momentos un tanto violentos de algunos dirigentes que buscan causar impresión en los demás y terminan intimidando a toda la ciudadanía. El uso indiscriminado del derecho de huelga, que perjudica a muchos trabajadores que no están involucrados en los conflictos sectoriales, los fenómenos de justicia por mano propia, que generalmente desembocan en reacciones desmesuradas e incluso trágicas. También, las actitudes suficientes e incluso arrogantes que indisponen a cualquier persona para un diálogo sincero y productivo”.
Ante estas situaciones, el pastor de Córdoba aconsejó esforzarse para, “en sintonía con la enseñanza de san Pablo, ‘ahogar el mal en abundancia de bien’, como nos dijera el Papa san Juan Pablo II en ocasión de su visita a Córdoba en abril de 1987, hace ya treinta años”.
“Tengamos, por tanto, la sinceridad e incluso la valentía, de no mirar para otro lado, de ponernos la Patria, la ciudad -nuestra querida Córdoba-, al hombro y de trabajar honesta y esforzadamente para fortalecer la amistad social que nos permita repetir con alegría la que expresa el salmo: ‘qué bueno es que los hermanos convivan unidos’”, concluyó.
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