Mons. Martínez advirtió sobre el secularismo que convive con formas de religiosidad
“La legítima secularización implica la necesaria autonomía de las realidades temporales. Autonomía de las leyes naturales y la libertad con que Dios nos ha creado. Podemos poner un ejemplo para tener más claro esto. En general cuando tenemos una enfermedad recurrimos a un médico y tomamos una medicación adecuada e indicada por la ciencia. Dios puede obrar un milagro y sanarnos, pero no es lo habitual y nosotros no podemos manejar la voluntad de Dios”, explicó.
“Distinta a esta ‘justa secularización’, es el secularismo que desconoce a Dios, lo omite, ni siquiera lo discute. El olvido de Dios, fundamento último de todo valor ético, conlleva el riesgo de alimentar en los hombres la autosuficiencia y absolutizar el poder, el dinero, la razón, la mera eficacia o el Estado mismo”, aseguró citando las Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización.
El prelado opinó que en América Latina y en especial en la provincia de Misiones “el secularismo tiene otras variantes a la de algunos países europeos donde en general se presenta como una omisión total de Dios. Entre nosotros el secularismo convive con distintas formas de religiosidad. En muchos casos se le pone el nombre de fe cristiana porque asumen algunos aspectos rituales de la misma, pero está más próxima a una religiosidad pagana, que a la fe cristiana y a las exigencias que esta implica”.
“Esta religiosidad se manifiesta creyente, cumple con algunas formas rituales o tradiciones culturales, pero no lleva ningún compromiso con la vida cotidiana, ni tiene en cuenta las exigencias de la Palabra de Dios, del magisterio, ni la dimensión ética en lo familiar o en lo social. Aquí se da una mezcla entre religiosidad y secularismo”, sostuvo.
Monseñor Martínez indicó que “por un lado se manifiestan creyentes en Dios, pero en la práctica lo marginan de la vida cotidiana, no se cuestionan las injusticias que puede causar su obrar, el daño que provocan el manipular la verdad, el cobrar una coima o bien malversar fondos”.
“Estas formas de religiosidad con una profunda ruptura entre fe y vida y el secularismo son desafíos para la acción evangelizadora de la Iglesia y se diferencian de la fe en Jesucristo resucitado y las implicancias de dicha fe en la vida cotidiana, en la familia, el trabajo, en la búsqueda de la justicia y la paz”, concluyó.+
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