En la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Luján y San José Obrero, el párroco, presbítero Carlos Bertone, celebró una misa a las 11, en que destacó la dignidad que da el trabajo, algo que debemos recuperar.
Señaló que debe asegurarse el derecho humano de todos a trabajar, pagar lo justo y trabajar con miras al bien común; si no, no se respeta el designio de Dios. Indicó el ejemplo de Jesucristo, que en el Evangelio es llamado el hijo del carpintero y llevó adelante la vida trabajando. Y subrayó el sentido religioso de la fiesta de San José, el patrono de esta iglesia, que fue elevada a parroquia en 2009 y da significado a la celebración local.
Luego hubo un desfile cívico ante un amplio predio adjunto a la estación de ferrocarril (levantada en 1892), donde se concentraron cientos de grupos familiares y se levantaron muchos puestos de artesanías y comidas.
Al iniciarse el acto dirigió un saludo el intendente de Pilar, Nicolás Ducoté, desde un estrado donde más tarde hubo números musicales. Pidió a los vecinos ideas, críticas y propuestas de mejoras, y permaneció allí de pie hasta el final aplaudiendo a quienes pasaban.
Al principio, pasaron chiquitos del jardín de infantes 906 Celia Bernal Pereyra y los siguieron alumnos de la escuela primaria General Martín Miguel de Güemes, fundada en 1898, y de la escuela secundaria N° 12 Coronel Cornelio Zelaya.
El ulular de una sirena anticipó que se acercaba una autobomba de los bombero voluntarios de Pilar y luego desfilaron veteranos locales de la guerra de las Malvinas, integrantes del centro de jubilados Revivir, de la Sociedad de Fomento de Zelaya, del Club Atlético Zelaya y de dos murgas. Una de ellas, formada en 2015, lleva el pintoresco nombre Ritmo y Elegancia; la otra es Los Duraznitos de Zelaya, fundada trece años antes que la anterior.
Autos de colección y paisanos a caballo
Un taller mecánico hizo pasar dos coches Falcon de Luxe, de 1972 y 1980, calificados como “joyas de colección”, y luego desfilaron a caballo integrantes de distintos centros tradicionalistas, hombres y mujeres, con vestimentas criollas.
El primero fue el Centro Tradicionalista El Pial, de Zelaya, constituido hace 46 años, cuyo presidente, Rubén Jorajuría, pidió permiso para iniciar el paso al intendente, quien lo llamó "paisano" al darle la autorización.
Sucesivamente desfilaron los centros tradicionalistas El Futuro de mi Raza, La Tapera, El Resuello, Raza Criolla, El Picazo, La Nueva Querencia y El Federal, de distintos puntos del partido de Pilar, que tienen una suerte de hermandad, se apoyan unos a otros y acuden juntos a las celebraciones de las diferentes localidades. Pasaron también sulkys y una simpática tropilla de ponies alazanes. Un abogado porteño afincado ahora en un barrio privado cercano comentó que cuando va a hacer las compras a Zelaya no es extraño ver algún caballo atado a un palenque delante de un negocio.
Ambiente familiar
Más tarde, las familias disfrutaron de locro, asado y otras comidas en decenas de puestos instalados al efecto, hubo espectáculos de destreza con caballos y números musicales. En algunos intervenían chicos muy pequeños y hacia las 17.30 actuó el cantante popular Antonio Ríos.
Un sol primaveral brindó un clima agradable a esta celebración anual al aire libre. Por contraposición, el locutor que conducía hizo notar que el 1° de mayo del año anterior había habido apenas 10 grados.
Esta concentración anual va reuniendo cada vez más concurrentes. No sólo del viejo casco urbano, donde se realiza, sino de Del Viso, Escobar, Manzanares... Unas diez alumnas del colegio Ymcahuasi (de la Asociación Cristiana de Jóvenes), de Matheu, partido de Escobar, habían instalado un puesto de venta de tortas, pastelitos, adornos y bebidas para pagarse el viaje de estudios. Vendían también unas botellas con ingeniosas leyendas pintadas; una decía: “No sabía qué ponerme y me puse feliz”.
También se acercaron algunos vecinos del nuevo barrio privado San Sebastián y del más arraigado barrio privado Las Brisas, pegado al pueblo.
“El lugar del milagro”
En varias ocasiones, el locutor recordó que esta celebración era en honor de San José Obrero. Y al hablar de Zelaya, lo mencionó como "el pueblo de la Virgen, conocido como el lugar del milagro".
Manifestó que fue en esta zona, próxima al río Luján, donde en 1630 se produjo el milagro por el cual los bueyes se negaron a seguir llevando por el camino real las cajas que llevaban dos imágenes de la Inmaculada Concepción de la Virgen a Sumampa, Santiago del Estero. Y entonces fue bajada una imagen de Nuestra Señora y el negrito Manuel la cuidó en esta zona, en una sencilla ermita en la estancia de don Rosendo de Trigueros, por unos 40 años hasta que fue trasladada a Luján, donde hoy se levanta el imponente santuario nacional de la patrona de la Argentina. (Jorge Rouillon)+
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