XXV Ciclo de Música Sacra en la diócesis de San Isidro

San Isidro (Buenos Aires) (AICA): El próximo domingo 10 de abril, a las 17, dará comienzo el 25º ciclo de conciertos, organizado por la Comisión de Música Sacra de la diócesis de San Isidro, que preside Mons. Fernando M. Cavaller. Dicha comisión realiza esta tarea con el objeto de promover la ejecución de la música sacra en el lugar para el cual fueron escritas las obras musicales sacras: las iglesias.

El ya tradicional y conocido Ciclo de Música Sacra de la diócesis de San Isidro, que por veinte años se realizó en la catedral de San Isidro, desde 2014 se lleva a cabo en la parroquia San José (Diego Palma 215), de esta ciudad.

El próximo domingo 10 de abril, a las 17, dará comienzo el 25º ciclo de conciertos, organizado por la Comisión de Música Sacra de la diócesis de San Isidro, que preside monseñor Fernando M. Cavaller. Dicha comisión realiza esta tarea con el objeto de promover la ejecución de la música sacra en el lugar para el cual fueron escritas las obras musicales sacras: las iglesias.

Este primer concierto estará a cargo del Coro de Martínez de la Congregación Evangélica Alemana en Buenos Aires y la Orquesta “Música Concertante de Buenos Aires” que dirige el maestro Leandro Valle, quienes ejecutarán Magníficat, de Antonio Vivaldi, Te Deum, de Antoine Charpentier y Exultate jubílate, de Wolfgang Amadeus Mozart.

El 25º Ciclo de Música Sacra en la diócesis de San Isidro se compone de 10 conciertos durante el año 2016. Las fechas son: 10 de abril, 8 de mayo, 5 de junio, 3 de julio, 7 de agosto, 4 de septiembre, 2 de octubre, 30 de octubre, 4 de diciembre y 18 de diciembre.

Auspician este ciclo la Fundación Pérez Companc y el gobierno municipal de San Isidro.

La entrada a los conciertos es libre.

Finalidad e historia de los ciclos de música sacra
Con motivo del comienzo de la 25ª. edición del ciclo de Música Sacra en San Isidro, María Inés C. de Cavanagh, de la Comisión de Música Sacra de la diócesis de San Isidro, explicó a AICA cuál es la finalidad y narró una breve historia de estos ciclos.

“Reiniciamos con entusiasmo en 2016 nuestros Ciclos de Música Sacra en la catedral de San Isidro. Comenzaron en 1988 con la aprobación y estímulo del obispo de San Isidro, inspirados por la realización de conciertos anteriores aislados que habían tenido gran aceptación y mucho fruto espiritual y cultural; al mismo tiempo queríamos ser fieles a las normas de la Santa Sede sobre la realización de conciertos en las iglesias.

La música sagrada, ya sea vocal, ya sea instrumental, merece una valoración positiva. Se entiende por música sagrada “aquella que, compuesta en vista de la celebración del culto divino, aparece dotada de santidad y bondad de formas” (Instrucción Musicam Sacram). La Iglesia la considera como un “patrimonio de inestimable valor, que sobresale entre las demás expresiones artísticas, le reconoce una función ministerial en el servicio divino y recomienda que se conserve y se cultive con sumo cuidado el tesoro de la música sacra” (Constitución Sacrosanctum Concilium, del Concilio Vaticano II).

Este verdadero patrimonio de la Iglesia ha quedado olvidado en gran medida, o escuchado esporádicamente en teatros. Por eso merece que se le dé el lugar que le corresponde en el ámbito sagrado de las iglesias, para las que fueron precisamente escritas estas obras musicales. Por otra parte, no siempre son adecuadas por su extensión a las celebraciones litúrgicas actuales, y la Iglesia ve con agrado que puedan presentarse a modo de conciertos de música sacra.

Decir “conciertos” no quiere significar que las iglesias queden convertidas en “salas de concierto”, puesto que deben conservar su propia identidad: no son lugares públicos disponibles para cualquier tipo de reuniones, sino “lugares sagrados”, es decir “separados”, destinados con carácter permanente al culto de Dios, incluso cuando no tienen lugar celebraciones litúrgicas. Por ello, la música adecuada para ser ejecutada en ellas es la que fue compuesta con finalidad religiosa, y la actitud del oyente y la del ejecutante debe también corresponder con esta finalidad, recordando que están en la casa de Dios. Precisamente la intención de estos conciertos es ayudar a la fe en un clima de oración. Es por eso que, también, están precedidos de alguna breve explicación que ilustra el sentido teológico del texto que se canta, de su música, y del lugar que ocupa en la liturgia. Los músicos que intervienen en los conciertos saben que su actividad artística está puesta al servicio de la gloria de Dios.

En una sociedad como la nuestra, de agitación y ruido, sobre todo en las grandes ciudades, las iglesias son lugares adecuados donde los hombres pueden alcanzar en el silencio o en la plegaria, la paz del espíritu y la luz de la fe. Asistir a estos conciertos puede convertir ese momento en un acto de contemplación, que a través de la estética musical y los textos cantados, puede llevar a la contemplación de Aquel que es el objeto bello que esta música desea manifestar. Toda esta música canta el Misterio de Cristo, Salvador de la humanidad.

Casi todos los grandes genios de la música han compuesto música sacra, siendo alguna de estas obras verdaderas cumbres de la música occidental. En nuestros 23 Ciclos anteriores se ha escuchado desde Canto Gregoriano hasta las obras más recientes del siglo XX, para comprobar la enorme variedad de estilos y autores que se han inspirado en los textos bíblicos o litúrgicos. También hemos querido estimular los esfuerzos y talentos de los músicos, cantantes e instrumentistas, y sus directores, que interpretan esta música para la gloria de Dios.

“Ofrecemos al Señor nuestra tarea -expresó la señora de Cavanagh- y agradecemos la generosidad y confianza de los auspiciantes”.+ç

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