Inseguridad: Piden a las autoridades catamarqueñas que “cuiden un poco más” a la comunidad
El organismo diocesano advirtió que tomar justicia por mano propia “no es el mejor camino” y recordó la responsabilidad de cuidar y defender la vida y los bienes de los ciudadanos, que tienen las autoridades elegidas en un sistema democrático.
“Es imposible que haya seguridad si los que nos tienen que proteger no lo hacen y si los que nos tienen que defender con la justicia nos dejan en manos de los que nos han hecho daño”, aseveró, y alertó sobre la costumbre de echarle la culpa a los demás.
La Pastoral Social catamarqueña invitó a “todos los hermanos de buena voluntad” a que cada uno asuma “la responsabilidad que todos tenemos por la seguridad, cada uno en el puesto o función que le toque, según la organización de nuestra sociedad”.
“La seguridad la construimos entre todos, pero hay algunos ciudadanos que tienen el deber de asegurarla con el ejercicio público que emana de la Constitución y las leyes y con la administración recta de la justicia. A ellos y en nombre de todos los ciudadanos, encarecidamente les pedimos, que redoblen esfuerzos y que nos cuiden un poco más”, concluyó.
Texto del comunicado
Mucho dolor y un angustiante sentimiento de impotencia y desprotección han provocado en gran parte de nuestra Comunidad la cantidad y la frecuencia de los hechos de inseguridad, que se desataron en este último tiempo contra la integridad física, los bienes materiales e incluso la vida misma de algunas personas. Una cruda parte de la realidad que nos sacude diariamente y que parece no tener freno.
Además, las pocas respuestas y algunas opiniones nos han sumido en la inquietante desazón de no saber qué hacer.
Muchos sienten la tentación de defenderse a sí mismos y como se pueda, y de tomar la justicia por mano propia. Pero ese no es el mejor camino. Porque “el que a hierro mata a hierro muere” (Mt 26,52), y la violencia engendra violencia. Porque ya superamos la vida de las cavernas y la ley del más fuerte y del que pega primero la hemos dejado atrás. Porque además, y sobre todo, hemos elegido una forma de convivencia que es la Democracia Republicana. Esta forma de organización social se caracteriza porque todos tomamos parte, porque todos somos responsables y, además, porque todos o la mayoría les encargamos a algunos ciudadanos el ejercicio de los poderes para el bien común.
Entre esas responsabilidades están el poder de cuidar y defender la vida y los bienes de los ciudadanos, y el poder de administrar justicia cuando son conculcados los derechos de las personas.
La seguridad como ambiente en el que nos sentimos protegidos y tranquilos es ciertamente una responsabilidad de todos. En efecto, todos estamos obligados a practicar los preceptos básicos: no matar, no robar, no mentir (Ex 20,13.15-16), “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev 19,18; Mc 12,31), “no hagas a nadie lo que a ti no te gustaría que te hagan” (Tob 4,15). Todos somos guardianes unos de los otros (cfr Gen 4,9), todos debemos respetar y cumplir las leyes, especialmente la Constitución Nacional y la Constitución Provincial. ¿Quién puede dudar de que si todos practicamos esto no habría la tan ansiada y reclamada seguridad? En este sentido todos somos responsables de la seguridad.
Pero como dijimos antes, aunque todos somos responsables, hay algunos de nosotros a los que por la forma de convivencia que hemos elegido, les hemos encomendado el ejercicio del poder para que nos cuiden, nos protejan del injusto agresor y nos defiendan cuando sean avasallados nuestros derechos. A ellos les corresponde la máxima responsabilidad en el cuidado de la seguridad de todos los miembros de la comunidad, especialmente de los más vulnerables. A ellos se les exige que sean intachables, que no cedan ante el delito, que no les dé lo mismo el cumplir la ley que el delinquir, ser inocente que culpable.
Es imposible que haya seguridad si los que nos tienen que proteger no lo hacen y si los que nos tienen que defender con la justicia nos dejan en manos de los que nos han hecho daño.
Una respuesta fácil a nuestros problemas es la costumbre de echarles la culpa a los demás. No es lo que queremos hacer con esta reflexión. Se trata de una invitación a todos los hermanos de buena voluntad a que asumamos cada uno personalmente la responsabilidad que todos tenemos por la seguridad, cada uno en el puesto o función que le toque, según la organización de nuestra sociedad. La seguridad la construimos entre todos, pero hay algunos ciudadanos que tienen el deber de asegurarla con el ejercicio público que emana de la Constitución y las leyes y con la administración recta de la justicia. A Ellos y en nombre de todos los ciudadanos, encarecidamente les pedimos, que redoblen esfuerzos y que nos cuiden un poco más.+
Publicar un comentario