En su mensaje, recordaron las palabras del papa Francisco pronunciadas en su homilía del 10 de marzo, en referencia a la pandemia del Coronavirus y a la grave emergencia que vive Italia: «Recemos al Señor también por nuestros sacerdotes, para que tengan el coraje de salir y acudir a los enfermos, llevando la fuerza de la Palabra de Dios y la Eucaristía, y acompañen a los trabajadores sanitarios, los voluntarios, en este trabajo que están haciendo». Al respecto, consideraron: “Estas palabras llegan hasta nosotros con toda su exigencia y queremos asumir esta hora presente ofreciendo generosamente el don del ministerio que hemos recibido”.
Los obispos recordaron la emergencia sanitaria que en 1871 vivió la Argentina por la “devastadora epidemia” de fiebre amarilla. En ese sentido, citaron a “uno de los profesionales más comprometidos en esa oportunidad, el doctor Guillermo Rawson”, quien escribía: «He visto en altas horas de la noche, a un hombre vestido de negro, era el sacerdote, caminando por aquellas desiertas calles. Era el sacerdote que iba a llevar la última palabra de consuelo al moribundo. Sesenta y siete sacerdotes cayeron en aquella terrible lucha…».
De esa cruzada humanitaria, señalaron, “se recuerda la ofrenda de muchas vidas, por el arrojo audaz de muchos médicos, enfermeras, voluntarios y religiosas”.
Por otra parte, recordaron un pasaje conmovedor de la vida y obra apostólica del Santo Cura Brochero: “Cuando le tocó una heroica tarea en el socorro y atención de los enfermos, durante la epidemia de cólera que diezmó la población de la ciudad de Córdoba en 1868”.
“Animados por esta nube de testigos que nos precedieron en la caridad social, esperamos de los sacerdotes que nos ayuden a reflexionar cuál es el mejor modo para cumplir con nuestro ministerio, para asumir la hora presente ante la pandemia que se ha desatado en el mundo y que ha comenzado a mostrar signos de su presencia en la población. Pensemos cuál será nuestro aporte al movimiento solidario que se ha desplegado en estos días, con la conciencia de saber, que por el don recibido, tenemos la grave responsabilidad de llevar el consuelo de los sacramentos a quienes los solicitan”, exhortaron.
En ese sentido, reconocieron la intervención de la Conferencia Episcopal Argentina para exceptuar del “aislamiento social, preventivo y obligatorio” a ministros religiosos “para cumplir su ministerio espiritual en favor de los enfermos, ancianos y llevar el viático a quienes están en extremo peligro de muerte”, sugerencia que “fue muy bien recibida por las autoridades nacionales”.
“En forma inmediata el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a través de la Dirección General de Entidades y Cultos, reglamentó esta normativa nacional en el mismo sentido, para al ámbito porteño”, señalaron.
“Esta reglamentación incluye el modo de certificar que uno es sacerdote y al mismo tiempo exponer el motivo por el cual se está trasladando. Recordamos que la normativa solo permite la movilidad por causas de atención espiritual extrema, y no por cualquier otro motivo. Hay que dirigirse al sitio web indicado por la Dirección de Entidades y Cultos y realizar una inscripción on-line”, indicaron.
Finalmente, compartieron con los sacerdotes unas directivas de la Conferencia Episcopal Italiana, que decidieron tomar como propias, “sobre todo por su sentido práctico y pastoral, que a nuestro entender, es muy oportuno para el momento que vivimos”. +
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