Mons. Giobando agradeció la cercanía de los consagrados con los que más sufren
“Especialmente de aquellos que más sufren en su cuerpo y en su espíritu. Allí donde hay un dolor, una enfermedad, una miseria, allí estamos nosotros”, precisó en un mensaje.
Tras indicar que “algunos pueden salir, otros acompañamos desde la retaguardia”, agradeció la labor específica de cada uno.
“Gracias por aquellas hermanas y hermanos que están en la primera línea, haciéndose cargo de los hambrientos, de los sin techo, de los enfermos. Gracias por poner el cuerpo con las debidas precauciones de higiene y de circulación”, empezó.
“Gracias por nuestros cuatro carmelos. Cuatro lugares donde la oración de intercesión se hace más necesaria que nunca”, prosiguió.
“Gracias por nuestros Mayores, los más vulnerables al contagio, necesitamos hoy más que nunca su sabiduría para sonreír, en medio de las dificultades, su capacidad para poner serenidad en la convivencia comunitaria y una buena dosis de buen humor. Ustedes tienen una misión: rezar, rezar, rezar”, completó.
El prelado recordó que es tiempo de Cuaresma, mientras que la humanidad está en cuarentena, por lo que: “La mirada nos une: la esperanza del día final, o del primer día en que podamos salir. Es como mirar la Pascua con una luz nueva”.
“¿Qué haremos en ese primer día?”, preguntó, y anticipó: “Un abrazo, un beso, un estrecharse hondamente y experimentar la alegría de volver a empezar”.
El obispo recordó que los consagrados “tenemos una misión que nos pinta de cuerpo entero: ser artífices de comunión, ser testigos de la alegría de vivir unidos, ser apóstoles de la misericordia”.
“Que San Luis Gonzaga, Santa Genoveva de París, San Francisco de Asís, San Cosme y San Damián, Santa Rosa de Lima, San Roque, el Santo Cura Brochero y tantos santos y beatos que interceden especialmente en tiempo de pestes y enfermedades, sean quienes nos iluminen el camino hacia la tan esperada Pascua de Resurrección”, pidió.
Por último, monseñor Giobando impartió su bendición y transmitió el saludo especial del arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, y de los demás obispos auxiliares.+
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