Mons. Lozano: “Ponerse en camino es muy bueno”
“Cuando tenemos propósitos que cumplir, metas por alcanzar, encontramos sentido para el esfuerzo. Más allá de si esas metas son laborales, académicas, de salud, salir de la quietud es sano. Y si se trata de realizar sueños el empuje es mayor”, señaló.
“La vida cristiana la podemos visualizar como un camino hacia la plenitud de la vida. El horizonte que tenemos al final no es la muerte, sino la vida plena”, afirmó.
“El Miércoles de Ceniza hemos comenzado el tiempo de Cuaresma, 40 días de camino hacia la celebración de la Pascua, en la que podremos renovar la alegría de ser hijos de Dios. Es un tiempo marcado por el llamado a la conversión, que implica cambio de mentalidad y de actitudes”, consideró.
“Lo primero —la mentalidad— está vinculado con la mirada. ¿Cómo nos vemos? ¿Cómo veo a los demás? ¿Cómo veo al mundo? ¿Me reconozco amado por Dios desde toda la eternidad? ¿Me vinculo con los demás como hermanos? ¿Trato al planeta y a las cosas como creación amorosa de Dios?”, planteó. “Las respuestas a estas preguntas muestran nuestra mentalidad, y si nos estamos mirando desde la fe o desde los criterios mundanos”.
Para convertir la mentalidad, afirmó el prelado, “es necesario dejarnos iluminar por la Palabra de Dios. Ella nos revela no sólo quién es Dios, sino también quiénes somos nosotros y el sentido de la existencia”.
“Cambiar la mentalidad nos lleva a la conversión de nuestras actitudes. Para ser coherentes debemos desterrar el egoísmo individualista, el consumismo superficial, el hedonismo autorreferencial… Todo lo que me impide ‘amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a mí mismo’”, sostuvo.
“Esta conversión no es para ‘dibujar’ la vida como si fuera un maquillaje que oculta, sino un cambio que me devuelva la luz de la fe que se encendió en el corazón el día del bautismo”, advirtió.
“Por eso es importante revisar la vida con sinceridad y disponernos a caminar. Es como corregir el rumbo hacia la meta de la vida en plenitud.
Contemplando esta imagen de la vida como un camino, podemos pensar en dos riesgos. Uno, torcer el rumbo y estar andando hacia la meta equivocada. El otro, sentarnos a descansar y no querer seguir la marcha. Quedarnos en un conformismo fofo y aguachento, que no me sirve a mí ni a los demás”, alertó.
“Puede ser que esa actitud tenga origen en la pereza, o en el derrotismo, pensar que ya nada puedo lograr después de tantos intentos. Dios nos llama para hacer experiencia de encuentro con Él, que camina a nuestro lado; y en las dificultades que tengo para seguirlo me fortalece con su gracia para reiniciar la marcha”, afirmó.
“Hoy leemos el Evangelio de las Tentaciones que sufrió Cristo en el desierto después de haber ayunado 40 días y 40 noches. Cuando sintamos la debilidad y la tentación levantemos la mirada y busquemos los ojos de Jesús. Repitamos con la certeza de la fe la expresión de San Pablo: ‘Me amó y se entregó a la muerte por mí’”, recomendó.
“Una de las prácticas de piedad que se nos propone es el ayuno, que siempre está orientado a la caridad con los pobres. Muchas personas ayunan por cuidar la salud y bajar de peso. Otros para realizar un sacrificio. Nosotros para compartir los bienes con los necesitados”, concluyó.+
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