“Reducir el celibato a una mera imposición de la Iglesia es, de hecho, una falta de respeto a la inteligencia y al mismo Cristo que es el ‘sumo y eterno Sacerdote’, célibe, que dio su vida por todos nosotros. En los textos bíblicos se descubre una profunda valoración por el celibato y la castidad por el Reino de los cielos, así como en los Padres de la Iglesia, doctores y pastores, desde el inicio apostólico y hasta el presente”, subrayó.
“El unir el celibato y el sacerdocio ministerial es una opción por una mayor radicalidad evangélica hecha por la Iglesia desde su potestad y respaldada por la Palabra de Dios y el testimonio de los santos y tantos hombres y mujeres que a lo largo de la historia desde este don, y aún desde sus fragilidades, trataron y tratan de donarlo todo en exclusividad a Dios y a su pueblo”, destacó, y agregó: “Los malos ejemplos y aún nuestras propias limitaciones no invalidan el aporte de tantos que antes y actualmente dan su vida por los demás”.
El prelado recordó que el papa emérito Benedicto XVI señalaba en una ocasión a seminaristas: “Una vez más, Jesús es el modelo ejemplar de adhesión total y confiada a la voluntad del Padre, al que toda persona consagrada ha de mirar. Atraído por Él, desde los primeros siglos del cristianismo, muchos hombres y mujeres han abandonado familia, posesiones, riquezas materiales y todo lo que es humanamente deseable, para seguir generosamente a Cristo y vivir sin ataduras su Evangelio, que se ha convertido para ellos en escuela de santidad radical”.
“Si a la sexualidad la humanizamos y consideramos la capacidad de espiritualidad en el hombre y mujer, así como la inteligencia, la voluntad, la libertad, y su capacidad de trascendencia, se podrá captar que la sexualidad y la genitalidad son maravillosas y mucho más plenas, porque están ligadas al amor humano, y no sólo a una sexualidad liberada a los instintos que siempre deja a la persona sumergida en una profunda insatisfacción”, aseguró.
“Desde una comprensión correcta de la persona humana, también se puede entender que la sexualidad es un vehículo que no sólo hace a la generosidad, sino que puede instrumentar la donación de la propia vida en el amor a los demás. En definitiva, porque la persona está hecha para el amor y donándose es en donde se plenifica”, concluyó.+
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