En su columna semanal, el prelado consideró que “en el mundo (y en nuestro país) se da una especie de contradicción: a medida que crece la producción de riquezas éstas se concentran cada vez en menos bolsillos, y simultáneamente crecen la desocupación y las actividades laborales precarias”.
“También se afianzan en el mundo otras formas de esclavitud y opresión como la trata de personas para la explotación sexual o laboral, y en algunas regiones el mal llamado ‘trabajo infantil’”, agregó.
El arzobispo sanjuanino dijo que “en estos tiempos me ha tocado recibir a gente angustiada por el cierre de pequeñas o medianas empresas a causa del aumento de los costos que se hacen imposibles de afrontar”.
“El trabajo no registrado llega a cerca del 30% de trabajadores y no cuentan con acceso a la seguridad social, no tienen gremios que les protejan orgánicamente, ni les ayuden a pactar aumentos que les permitan acceder a salarios dignos”, estimó, añadió: “Por otro lado, las mujeres suelen tener un salario entre un 20 y 30% menor que los varones por la misma actividad”.
Tras pedir poner la mirada “en los extranjeros que suelen ser contratados para las tareas más duras y menos rentadas”, alertó: El color de la piel, el lugar de nacimiento es causa de marginación y exclusión, también en la Argentina que hace un siglo les recibió con mayor generosidad”.
“Si a esto le sumamos el avance de la tecnología que reemplaza con una máquina el trabajo de 5 o 10 personas, el panorama es sombrío”, añadió.
Asimismo, consideró que “el actual sistema económico necesita del descarte de objetos (papel, nylon, plásticos, metales… haciendo creciente la cantidad de basura no degradable) y también de personas (que son tratadas muchas veces como objetos en desuso)”, y lamentó que “en algunos países se dedica mensualmente al cuidado de una mascota más del triple de dinero de lo que se destina a la alimentación de un niño en otro lugar del planeta”.
“Por eso -indicó- Francisco levanta su voz a toda la humanidad, creyentes o no, para que cese esta carrera de acumulación y exclusión. Ya lo señalamos los obispos de América Latina en 2007: Los excluidos no son solamente ‘explotados’ sino ‘sobrantes’ y ‘desechables’”.
“Ante la expulsión de muchos trabajadores de los empleos formales, han surgido otras formas de economía popular: asociaciones de artesanos, cooperativas de diversos oficios (pescadores, ladrilleros, recicladores…), fábricas recuperadas, ferias de productos orgánicos de huertas familiares”, destacó.
Monseñor Lozano aseguró que “hace falta mirarnos como hermanos y poner en práctica de verdad la igualdad de oportunidades” y aseveró: “Mientras algunos ganan el pan con sudor y sacrificio, y otros hasta lo buscan en la basura, una pequeña parte de la humanidad despilfarra obscenamente”.
“Me avergüenza esta injusticia flagrante e impune. ¡Cuánto desprecio por los pobres!”, concluyó.+
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