En la homilía tomada del ritual de ordenación de los presbíteros, el Santo Padre recordó a los diáconos, su valiosa función de enseñar en nombre de Cristo, “el Maestro y gran Sacerdote del Nuevo Testamento”.
“Transmitan a todos la Palabra de Dios que han recibido con alegría. Y al meditar en la ley del Señor, procurad creer lo que lean, enseñar lo que crean y practicar lo que enseñan. Que su enseñanza sea alimento para el pueblo de Dios; que su vida sea un estímulo para los discípulos de Cristo, a fin de que con su palabra y su ejemplo se vaya edificando la casa, que es la Iglesia de Dios”.
Asimismo, el sucesor de Pedro señaló que a ellos, como nuevos apóstoles de Cristo, les corresponde la función de santificar al Pueblo de Dios, en nombre de Jesús.
“Por medio de su ministerio, alcanzará su plenitud el sacrificio espiritual de los fieles, que por su manos, junto con ellos, será ofrecido sobre el altar, unido al sacrificio de Cristo, en celebración incruenta”, añadió Francisco, poniendo en guardia sobre la importancia de darse cuenta de lo que hacen mal y “de imitar lo que conmemoran, de tal manera que al celebrar el misterio de la muerte y resurrección del Señor, se esfuercen por hacer morir en ellos el mal y procuren caminar en una vida nueva”.
Por otro lado, el Papa destacó la riqueza espiritual de desempeñar el ministerio de Cristo Sacerdote, “no buscando sus propios intereses sino la gloria de Jesucristo, procurando mantener siempre vivo el don de la alegría perenne y la verdadera caridad:
“Al ejercer, en la parte que les corresponde, la función de Cristo, Cabeza y Pastor, permaneciendo unidos al obispo y bajo su dirección; esforzaos por reunir a los fieles en una sola familia, de forma que en la unidad del Espíritu Santo, por Cristo, podáis conducirlos al Padre. Tened siempre presente el ejemplo del buen Pastor, que no vino para que le sirvieran, sino para servir, y para buscar y salvar lo que estaba perdido”.
El pontífice agradeció, además, la generosidad y la fidelidad de estos nuevos presbíteros, invocando sobre ellos la gracia del Espíritu Santo, “para que puedan seguir adelante con el espíritu de las Bienaventuranzas”.
De igual manera, Francisco recordó a todos los presentes en la misa, la necesidad de orar por los sacerdotes, apoyarlos y acompañarlos, ya que el Pueblo de Dios sostiene a los sacerdotes con la oración.
“Alguno entre ustedes se puede preguntar: pero, ¿cómo se hace para sostener a un sacerdote?”, dijo el Papa.
“Confíen en su generosidad. El corazón generoso que ustedes tiene les dirá cómo sostener a los sacerdotes. Pero el primer apoyo del sacerdote es la oración. El pueblo de Dios —es decir, todos— apoya al sacerdote con la oración. No se cansen jamás de rezar por sus sacerdotes”, concluyó el Santo Padre, antes de proseguir con la ceremonia y el rito de ordenación. (VaticanMedia)
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