La celebración eucarística fue presidida por el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, y concelebrada por religiosos capuchions, entre ellos, Fray Carlos María Laborde OFMCap, padre guardián de san Giovanni Rotondo.
En la homilía, el padre Laborde reconoció que “estos días realmente hemos podido constatar que la Argentina ama al Padre Pío”, y manifestó su asombro por “la multitud de fieles que han deseado venerar y confiar en el Padre Pío sus inquietudes y gracias en todas partes del país”.
Asimismo, explicó que la enseñanza más actual que nos dejó el santo fue “amar a la Iglesia”. El sacerdote recordó que “durante toda su vida y hasta casi el umbral de su muerte, la Iglesia le puso al Padre Pío pruebas y medidas restrictivas que lo hicieron sufrir mucho”. “Pero esto era algo que Dios permitía y él aceptaba con humildad, incluso las medidas más injustas”, afirmó.
“Nunca pensó abandonar la Iglesia porque ésta no lo trataba bien. Aceptó todo con obediencia y sacrificio sabiendo que todo era disposición de la Providencia de Dios”, expresó y concluyó: “Hoy el Padre Pío nos pide esto: que amemos a Cristo, a la Virgen María, a la Eucaristía -el sacramento de donde él sacaba la fuerza para su ministerio- y que amemos a la Iglesia”.
Cardenal Poli: “No te prives de la misa”
Al finalizar la celebración, el cardenal Poli destacó que el Padre Pío “sigue evangelizando desde el cielo”, y señaló que la reliquia “nos acerca al corazón de alguien que amó a Dios sobre todas las cosas y al prójimo”.
“Este es un acontecimiento que a cada uno de nosotros nos tiene que dejar una huella, un llamado a la santidad”, aseveró. “Esta presencia viva de un santo entre nosotros nos llama a no dejar estancada el agua de nuestro bautismo” y a “no perder el horizonte de la santidad”, agregó y afirmó: “El Padre Pío viene a renovar este deseo”.
El cardenal agradeció a los padres capuchinos y a quienes organizaron la visita de la reliquia “por este ‘regalazo’ para la Iglesia de Buenos Aires y de la Argentina”, y destacó la mística de los grupos de oración del Padre Pío, a cuyos miembros animó a “perseverar en la oración”.
Finalmente, el purpurado expresó su admiración por el Padre Pío que rogaba al Papa: “No me quites la Eucaristía”. “Si pegamos el faltazo a la misa los domingos algo tiene que tocarnos esto”, dijo el cardenal y pidió: “No te prives de la gracia que el Señor nos da todos los domingos”.+
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