Mons. Dus anima a encontrar modos de cercanía pese al aislamiento social

Mons. Dus anima a encontrar modos de cercanía pese al aislamiento social

El arzobispo de Resistencia, monseñor Ramón Alfredo Dus, envió un mensaje de “cercanía y solidaridad” a la comunidad chaqueña y subrayó la importancia de la recomendación de quedarse en casa, como el medio más eficaz para contrarrestar la pandemia del coronavirus.

“Nos parece bueno también -agregó- ayudarnos a cuidar nuestra salud mental, psíquica y espiritual. En esta situación es un buen desafío encontrar modos nuevos de cercanía con los demás; las redes sociales nos ayudan y son una oportunidad para enviar o compartir un mensaje que evite el pánico y haga superar el miedo”.

El prelado consideró, además, que “la exigencia de quedarse en casa es una ocasión para recuperar vínculos de confianza, de respeto, para vivir de modo sencillo la fraternidad y en actitud de servicio como lo requieren las circunstancias”.

“En familia y como una gran familia estamos unidos y confiados en la presencia de Aquel que dijo: ‘Donde dos o más están reunidos en mi nombre, yo estoy en medio de ellos’. En el itinerario cuaresmal, la presencia de Jesús, compañero de camino, fortalece nuestra fe y reanima nuestra esperanza”.

“San José, en su fiesta, nos hace contemplar a María. Ella nos mira como madre, nos ofrece el don de la gracia, que es Jesús; ella nos da la certeza que toda crisis, vivida como pueblo de Dios, siembra fecundidad y es promesa cierta de vida nueva”, concluyó.

Texto del mensaje
Hoy, bajo la mirada de san José, patrono de la Iglesia, desde esta sede episcopal y en comunicación con el Consejo Presbiteral arquidiocesano, hemos tenido la ocasión de reflexionar y evaluar el momento que estamos viviendo, para ofrecer a nuestras comunidades y parroquias un mensaje de cercanía y solidaridad.

1. En primer lugar, queremos fortalecer el llamado a cuidarnos observando las medidas de prevención que continuamente se nos proponen. Estas conductas no solo nos protegen personalmente sino que ayudan a cuidar la salud de nuestros prójimos, y expresan nuestra solidaridad social hacia cada habitante de la ciudad y de nuestra provincia.

2. El llamado a cuidarnos implica asumir la obligación de acompañar las instancias de protocolo de salud que se nos hacen desde los respectivos responsables públicos de nuestros municipios, de nuestra provincia y de la nación.

3. Sabemos desde ya que deberemos afrontar desafíos sociales, económicos, laborales y otros que se irán presentando día a día. Ante esta situación, ponemos nuestra atención en el sector amplio de personas que viven de un trabajo informal, vulnerables a quedarse sin trabajo y sin cobertura social para sus familias; como también, de los más pobres que viven de la ayuda solidaria; y acompañar la situación de las pequeñas empresas. Pedimos que desde las instancias públicas de gobierno se instrumenten subsidios especiales para este momento, ayudas para paliar el costo laboral y los servicios de luz y agua, principalmente, y cualquier otra atención solidaria oportuna.

4. Nos parece necesario elevar un pensamiento de gratitud y de cercanía espiritual a todo el personal profesional de la salud (médicos, enfermeros, terapistas, personal hospitalario). Como cuidadores de la salud de nuestro pueblo, rogamos también que ellos experimenten el cuidado particular de las instancias públicas en el desempeño de su servicio.

Del mismo modo, acercamos nuestro reconocimiento y solidaridad con el personal policial de la provincia, la policía portuaria y las distintas fuerzas de seguridad que cumplen el servicio de cuidado de nuestros municipios y ciudades. Junto a todos ellos, elevamos una oración por sus familias.

Para todos ellos, en sus instancias de servicio, expresamos nuestro vivo deseo de que se sientan muy cuidados, proporcionándoseles todos los medios necesarios para que puedan reforzar su propia prevención.

5. Estamos convocados a quedarnos en casa como el medio más eficaz para contrarrestar la pandemia. Nos parece bueno también ayudarnos a cuidar nuestra salud mental, psíquica y espiritual. En esta situación es un buen desafío encontrar modos nuevos de cercanía con los demás; las redes sociales nos ayudan y son una oportunidad para enviar o compartir un mensaje que evite el pánico y haga superar el miedo.

Por eso, también es una obra de solidaridad y de caridad evitar el envío de mensajes de dudoso origen que fomentan la angustia y el desasosiego. También en este momento se requiere de cada uno racionalidad y responsabilidad en comunicar.

6. Dios es bueno, y nos ama entrañablemente. Desde la Iglesia queremos acompañar a todos y en especial a los que están en situaciones de riesgo. Obedeciendo al protocolo nacional, nuestras celebraciones litúrgicas, en concreto las misas, se celebrarán sin presencia de fieles. En este sentido, nos estamos organizando en comunidad para ofrecer la participación en nuestras celebraciones a través de las redes sociales. Nuestras secretarias darán las informaciones por teléfono y responderán los requerimientos de servicios religiosos de urgencia. Se podrá seguir y dedicar la adoración al Santísimo Sacramente vía Internet, donde existen sitios en vivo para realizar este acto de piedad.

7. En nuestro camino pastoral arquidiocesano nos hemos dejado interpelar por la necesidad de ser una Iglesia, familia de Dios. Como lo vivieron las primeras comunidades apostólicas, la Iglesia, familia de Dios, se encuentra y se hace presente en las casas de los cristianos (cf. Rm 16,5.23, etc.). Nuestras familias pueden constituirse como Iglesia doméstica o como un santuario doméstico. La exigencia de quedarnos en casa es una ocasión para recuperar vínculos de confianza, de respeto, para vivir de modo sencillo la fraternidad y en actitud de servicio como lo requieren las circunstancias.

En familia y, como una gran familia estamos unidos y confiados en la presencia de Aquel que dijo: Donde dos o más están reunidos en mi nombre, yo estoy en medio de ellos (Mt 18,20). En el itinerario cuaresmal, la presencia de Jesús, compañero de camino, fortalece nuestra fe y reanima nuestra esperanza.

San José, en su fiesta, nos hace contemplar a María. Ella nos mira como madre, nos ofrece el don de la gracia, que es Jesús; ella nos da la certeza de que toda crisis, vivida como pueblo de Dios, siembra fecundidad y es promesa cierta de vida nueva.

Reciban la bendición de Dios en nombre de todos los sacerdotes de la arquidiócesis, Él que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡El Señor está con nosotros!+

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