Al mencionar el Año Mariano Nacional, dijo: “Vamos a vivir nuestra Cuaresma de la mano de la Virgen María siempre dispuestos a cumplir su deseo: ‘Hagan todo lo que Él les diga’”. Luego animó al pueblo a transitar el camino con “un verdadero deseo de conversión personal, comunitaria y pastoral”.
El administrador apostólico llamó a la comunidad a “aceptar la cruz de cada día, renunciando a nuestro egoísmo, a nuestros caprichos y a nuestras comodidades, para estar siempre en la actitud del Señor Jesús, abierto al servicio de los hermanos y, en especial, dispuesto a cumplir la voluntad del Padre Celestial. Esto significa no hacer lo que quiero yo, sino lo que quiere Dios para mí”.
Seguidamente recordó el sínodo diocesano iniciado por monseñor José Demetrio Jiménez OSA, fallecido el pasado 23 de octubre, y la importancia de “continuar por las sendas del Evangelio renovados en el ardor apostólico, gozosos de tener el nombre de cristiano y como apellido pertenezco a la Iglesia”.
Antes de concluir invitó a profundizar en las claves del tiempo cuaresmal: la oración, el ayuno y la limosna: “La oración es el diálogo de corazón a corazón, de amigo a amigo con el Señor Jesús. Por eso la oración es tan importante en el tiempo cuaresmal. Más que un debe, nos muestra la necesidad de corresponder al amor de Dios, que siempre nos precede y nos sostiene”.
Invocando la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, se despidió rogando “que en la Cuaresma escuchemos el llamado a dejarnos reconciliar con Dios, fijemos la mirada del corazón en el misterio pascual y nos convirtamos a un diálogo abierto y sincero con el Señor”.+
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